La poesía y la escultura caminan de la mano en la propuesta plástica del artista tinerfeño Román Hernández (Los Realejos, 1963), quien presenta una colección integrada por una veintena de sus obras en el Espacio de Arte La Casa de Piedra de Garachico, donde permanecerá hasta el próximo 1 de mayo.

"¿Silencio! Suena el alma" es el título que ha puesto a esta muestra, conformada por una selección de piezas que expuso en octubre del año pasado en dos salas simultáneamente, el exconvento de Santo Domingo y el Espacio Bronzo de La Laguna; aunque ha añadido algunas obras nuevas que pertenecen a otras series realizadas anteriormente, pero que están vinculadas con la filosofía de esta iniciativa.

Este docente, profesor titular de escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna desde hace años, explicó que el contenido de su propuesta es "una lectura poética de la muerte en la escultura. Trata de este tema con la colaboración de más de cincuenta poetas a nivel internacional", especificó.

El conjunto de obras que presenta en Garachico son el resultado de una singular experiencia plástica compartida con una serie de poetas y escritores que incluyeron el tema de la muerte en su obra y el artista leyó en alguna ocasión. Él les envió imágenes de sus obras y ellos le describieron lo que veían en las mismas, de forma que le abrieron muchos caminos sobre los que el propio artista no había reflexionado.

Hernández aclaró que existe un claro diálogo entre las poesías y las obras que realiza, entre las que se encuentran algunas de series anteriores que están muy relacionadas entre sí. "Hay una relación muy directa desde mis inicios, porque hay un hilo conductor desde los años 90 hasta la actualidad. No se puede separar un concepto de otro, un bloque de otro".

Este consagrado autor tiene muy claro que la muerte, la fugacidad de la vida, esa realidad universal que nos une a todos los seres humanos, preside su trabajo actual. "Esa dicotomía en base a conceptos poéticos como la luz, el vacío, el negro o el blanco se han ido trasladando, se han ido utilizando a lo largo de la historia como metáforas".

Él defiende con ahínco que "cuando se habla de la luz y del vacío rápidamente lo asociamos con la muerte. Poéticamente está muy relacionado. Eso es lo que se manifiesta en cierta manera a través de la exposición que presento desde el punto de vista escultórico".

La escritura, no sólo por su valor estético como grafismo, sino por el significado de lo que transmite, es un recurso muy presente en su obra. "La poesía se expresa a través de la palabra, del lenguaje. En el caso de la escultura es a través de la materia, el volumen y el espacio. Lo que ocurre en mi escultura, lo que hago, es integrar ambos lenguajes".

En este sentido, precisó que para él "la escritura inserta en la obra es muy importante porque dice algo que va bastante más allá. Dice más de lo que yo quiero decir con el espacio y el volumen. Me ayuda a decir algo más, un mensaje más amplio que la propia obra sola. Por eso los conceptos, los títulos que utilizo de las obras, son realmente importantes".

Han sido ya varias las ocasiones en las que le han preguntado si se consideraba más poeta que escultor en algunas de las conferencias que ha impartido durante su carrera profesional, por ejemplo en la ciudad italiana de Verona, donde realizó una exposición con su obra.

"Utilizo el lenguaje y la poesía en mi obra, pero me expreso mejor a través del espacio, de la escultura, como escultor que soy. Pero la poesía cubre gran parte de mi vida", reconoció este artista cuyo trabajo juega con el equilibrio, la proporción, la razón, la medida en el espacio, todos ellos conceptos que, a veces están condicionados por el azar y sus vericuetos.