Los crueles atentados registrados en Bruselas vuelven a sacar a la palestra el debate sobre la seguridad y la libertad. ¿Hasta dónde debe llegar la primera a costa de la segunda? ¿Debe aumentarse el radio de control, por ejemplo, en los aeropuertos? ¿Han de trasladarse los arcos de seguridad de la zona de embarque a la propia puerta de la terminal o incluso más allá? Imaginen si fuera así lo que pasaría en Canarias, donde el avión representa para sus habitantes lo que viene a ser el tren o la guagua para los peninsulares o los residentes en terreno continental. A las molestias que produce en la actualidad quitarse los zapatos, el cinto u otros abalorios, habría que sumar más incomodidades. Tendrían que buscarse otras fórmulas para, sin disminuir los niveles de seguridad, no incorporar nuevos engorros a los pasajeros. Además de tratarse de un medio de transporte fundamental para poder moverse por las Islas y entrar y salir del Archipiélago, no hay que olvidar que una de las principales características de Canarias como destino turístico es su seguridad, que no debe verse empañada ahora por un exceso de celo que trate por igual a los desiguales. Es precisamente esta garantía de tranquilidad que ofrecen las Islas lo que ha permitido batir récords en la llegada de turistas durante los últimos años. Un hecho a tener en cuenta desde una doble vertiente. Por un lado, cuidarla, pero sin incomodar al visitante. Y, por otro, ser conscientes de que es una variable de la que ahora se beneficia esta tierra, pero que al igual que vino, se va.

En algunos sectores existe cierta preocupación ante el hecho de que no se esté aprovechando bien el tirón del turismo para modificar los pilares de una economía, la canaria, que continúa teniendo grandes problemas, como manifiestan sus altas tasas de paro o elevados niveles de pobreza y marginalidad. De ahí que convenga destacar que el Gobierno presidido por Fernando Clavijo haya comenzado a dar pasos en la dirección acertada con la puesta en marcha de determinados mecanismos que intentan conjugar las buenas cifras de visitantes con otros sectores como el primario. Se trata de que la primera y principal actividad en el Archipiélago sirva de locomotora para el resto de las ocupaciones que se llevan a cabo en las Islas o que incluso pueden empezar a practicarse a tenor de los buenos resultados que acompañan al turismo.

Existen voces discrepantes sobre la oportunidad de que el Ejecutivo canario se embarque ahora, con un Gobierno en funciones en España, en la defensa de un nuevo sistema de financiación para esta comunidad, que no incluya el REF dentro de los parámetros de reparto. Para algunos se trata de una labor inútil mientras no se aclare quién será el próximo inquilino de La Moncloa. Sin embargo, no se puede echar por tierra la tarea iniciada por la Consejería de Hacienda, pues su labor pedagógica puede tener sus frutos tanto entre los funcionarios de la Administración del Estado como en la propia población canaria, que parece no estar mentalizada sobre la importancia de esta materia.