El horario de verano ha dado comienzo a las 02.00 horas de la madrugada del domingo en la Unión Europea, cuando el reloj ha adelantado sus manecillas a las 3.00, lo que hará perder una hora del día y ganar en el aprovechamiento de la luz del sol.

Una directiva europea regula el cambio de hora con el objetivo de ahorrar energía y unifica los días en los que se realizan las variaciones de hora en todos los países de la Unión (el último domingo de marzo y el último de octubre).

En España se aplica desde 1974 aunque diversos colectivos sociales rechazan esta modificación horaria y reclaman que el país mantenga el horario que le corresponde por su posición geográfica.

La mayoría de los países de la Unión Europea habrán situado esta madrugada sus relojes dos horas por encima del horario GMT (Greenwich Mean Time) excepto Portugal, Reino Unido e Irlanda, que lo habrán hecho una, y Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía que adelantaron la hora a GMT.

El cambio se empezó a generalizar a partir de 1974, con la primera crisis del petróleo cuando algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad.

Según los cálculos del Instituto español para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5 % del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.

El cambio horario puede generar, sobre todo en niños y ancianos, leves alteraciones en el sueño, los hábitos alimenticios y el estado de ánimo, con un aumento del cansancio, la irritabilidad o la falta de concentración.