El estado de la cosa es que durante una procesión de Semana Santa, en Badajoz, se provocó una estampida de pánico porque un borracho propinó un par de patadas a una puerta y la gente, en el silencio de la calle, confundió el ruido de los golpes con disparos. El suceso, que provocó la carrera de nazarenos y devotos, se saldó con un par de personas atendidas por ataques de ansiedad. Ese es el estado de la nación: un ataque de ansiedad.

En el Parlamento de Canarias no hay puertas que suenen como tiros. Así que es probable que el debate que empieza hoy acabe sin que los diputados pierdan los capirotes saliendo a escape por los pasillos. Pero a poco que sus señorías echasen un vistazo retrospectivo a nuestra nacionalidad probablemente sufrirían también los efectos perniciosos de un susto.

Los diputados suelen convertir el debate sobre el estado de Canarias en un pleno que repasa las acciones del Gobierno. Parece lo mismo, pero no lo es. La situación de las islas abarca muchas más cosas que las medidas que ha tomado un ejecutivo en casi un año de gestión. Que las islas tengan más de un cuarto de millón de parados no es de ahora. Que se haya desplomado su sector agrario exportador viene de lejos. Que sigamos sin desarrollar una industria agroalimentaria turística tampoco es de anteayer. En general, venimos arrastrando viejos males que se han convertido en parte del paisaje cotidiano.

El Gobierno tiene como estrategia sacar del Parlamento un acuerdo de amplia mayoría en defensa de una mejor financiación para Canarias y en contra de que el REF sea manoseado por los Gobiernos peninsulares y usado como coartada para no dedicar más dinero a las transferencias ordinarias a las islas. Es una decisión estratégica que se toma antes de que haya un nuevo Gobierno en Madrid y, por lo tanto, permite que lo apoyen tanto el PSOE como el PP porque ninguno está todavía, de facto, en el poder.

Canarias ha sido durante estos años la comunidad española peor financiada. Este es un dato objetivo. Pero no cabe fiarlo todo al maná de la solidaridad. Durante estos años, la presión fiscal ha subido en las islas porque los canarios han tenido que sufragar parte de los costos de sus servicios públicos. Y todo esto ha ocurrido en el contexto de una crisis económica donde el comportamiento del sector turístico ha sido de un éxito extraordinario. Dicho de otra manera: si nuestro gran sector económico ha seguido funcionando a pleno rendimiento y tenemos las cifras de desempleo y pobreza que tenemos, ¿a alguien se le ha ocurrido que algo no está bien en este invento?

Es posible que los próximos años tengamos un crecimiento extraordinario de la economía. Sólo un dato: en los años en que más crecía el PIB de Canarias, las rentas disponibles de las familias de las islas se alejaron de la media peninsular. Es para hacérselo mirar.

Ya decía Einstein que el tiempo y el espacio son magnitudes de un universo relativo. El espacio se deforma a causa de fuerzas gravitacionales intensas, como los agujeros negros. Y el tiempo se deforma a causa de los Gobiernos. El nuestro, por ejemplo, ha vuelto a cambiar la hora robándoles sesenta minutos de sueño a los sufridos ciudadanos. El "ajuste horario" se adopta por razones de ahorro energético (para adaptar los horarios de trabajos a los periodos de luz natural) y tiene su origen en Alemania, que tomó esa decisión en 1916. El ahorro estimado es de unos 300 millones al año; según el IDAE, no llega siete euros por habitante. Otras fuentes, sin embargo, consideran que el ahorro no existe porque en las horas diurnas aumentan otros consumos frente al de la luz nocturna. Ajenos al debate, los ciudadanos siguen viajando en el tiempo.