Fin del primer acto. Tuve una duda que ayer quedó resuelta. Sostengo desde la mismísima noche electoral que estábamos abocados a la segunda vuelta y ahora me reafirmo. Tuve una duda, decía, porque pensé que la fragilidad estructural de Podemos, subdividido en corrientes y mareas, crearía tal incertidumbre que, ante la imposibilidad de asegurar iguales o mejores resultados, Iglesias se iba a plegar a lo que fuera por tocar poder. Pero mi tocayo llegó tarde. Ciudadanos, animado por los sondeos -reales o ficticios-, responde que gobernar con Podemos, ni en sueños, y azuza al PP, que se signifique, exige, lo que tendría gracia si no fuera estricta táctica de campaña. El acuerdo PSOE-C''s no suma, un pacto PSOE-Podemos tampoco, cosa que ya sabíamos, y afortunados somos de que ninguno de los actores haya considerado plegarse a las voluntades independentistas.

Segundo round. Sin embargo, me equivoqué con la presunta polarización del voto. A Sánchez le salió bien la estrategia para impedir la hecatombe en la izquierda, bastó con dar más tiempo a Podemos para que mostrara su verdadera esencia. Ambos en equilibrio con tendencia a la baja. Ciudadanos perderá poco: más que un partido, gestionan una maquinita de marketing a engrasar ahora con los millones que le entrarán por los resultados anteriores. Ganará la abstención de cuerada, vaticino, una vez más y con más margen, lástima de democracia. Y atención, la ley d''Hont, que favorece al más votado; un congreso regenerador en el que expiar la corrupción organizada y un nuevo candidato de refresco mantendrán al PP en la Moncloa. El PP, arrinconado ahora, depende de sí mismo, de ser capaz de resurgir de su propio inmovilismo, de proponer algo distinto. Los otros candidatos, enfrascados en el actual enfrentamiento peregrino, están muy vistos y tienen harta a la opinión pública por sobrexposición mediática. Y puede que el PP necesite pactar con Ciudadanos para formar gobierno, mal menor. En España habrá elecciones en junio para que siga gobernando Europa.

Más de lo mismo. La nueva ley del suelo de Canarias tendrá más de 400 artículos. Con una legislación comunitaria de obligada transposición y una legislación española de obligado cumplimiento, a la norma autonómica solo le queda enredar o proponer pequeños matices. Veremos cómo queda y sus repercusiones, porque para trasladar las decisiones a los ayuntamientos o eliminar la Cotmac no parece que haga falta un código tan extenso. Para ofrecer seguridad jurídica a las inversiones, tampoco. Se recurre a los viejos dogmas sobre la protección del territorio, la naturaleza y tal, aunque en realidad esto va de ocupación de suelo antropizado y de actividad económica. ¿Dónde está el límite entre la ordenación y la intervención pública en la economía? Hay mucho paro y mucha pobreza en Canarias para ponernos exquisitos y tiene mucha fe el legislador para pensar que la mera posibilidad de que tal o cual proyecto sea compatible con la ordenación territorial vaya a ser ejecutado y financiado de inmediato y de cualquier manera.

Penitencia. Con la triple paridad tan cuestionada y la evidente injusticia del valor de los votos. Ante la imposibilidad de encontrar personas cabales y responsables que piensen en Canarias como un todo, pagaremos la penitencia por tanto egoísmo insularista. El sistema político español se fundamenta en los partidos políticos... Es fácil de entender: para gobernar se requiere implantación en todas las islas.

Bondad. España incumple el objetivo de déficit público que exige Bruselas. Canarias cumple, qué bien. Todas las estadísticas negativas que lideramos en las Islas, incluido el desempleo, son la coartada para una pequeña ruindad: invertir en educación, por ejemplo, mucho más, para que sea eficaz.

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