Algunas cosas han cambiado desde que, en 2013, el general Miguel Ángel Ballesteros analizara en un documento del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) -organización que dirige- el valor, y también los riesgos, que otorga a Canarias su posición geoestratégica. Las ventajas para el Archipiélago por su ubicación en el mapa no se han modificado, pero sí se ha alterado su entorno. "Los cambios en la historia no dejan de producirse, pero el hecho diferencial es la velocidad a la que ocurren hoy día", constata Ballesteros, que ha visitado Tenerife para ofrecer, en la Universidad de La Laguna, una versión actualizada de esta charla. Un solo hecho justifica la necesidad de esta puesta al día: en 2013 aún no existía el Estado Islámico (Dáesh).

¿Aprovecha Canarias suficientemente sus ventajas desde el punto de vista geoestratégico?

Es una pregunta difícil. Canarias tiene unas oportunidades envidiables por la posición geoestratégica que ocupa. ¿Se le puede sacar más rendimiento? Creo que sí; ahora bien, estamos aún en una crisis económica. Sería una crítica fácil decir a las empresas, las autoridades, los políticos, en un momento tan duro, que pueden hacer más de lo que hacen. Creo que se está en el camino.

Y si planteamos el escenario hipotético de que esa crisis se hubiera superado ya, ¿qué es lo que tiene que hacer Canarias para optimizar esas ventajas?

Más que Canarias, la Unión Europea tiene que tomar conciencia de que la solución a muchos de los problemas de su seguridad proviene del Sahel (la región situada entre el Sáhara y África Central). La clave está en que los países del Sahel sean autosuficientes en seguridad, y para eso es imprescindible desarrollarlos, que un país como Mali supere los 680 dólares de renta per cápita y en un plazo prudente de tiempo alcance en torno a los 1.500 o 1.800, una cantidad que le permitiría pagar su propio sistema de seguridad. Desde el momento en que se creen las condiciones en toda el África Occidental, Canarias es la plataforma desde la que Europa y sus empresas pueden implantarse y contribuir al desarrollo de esa región, que hay que desarrollar sí o sí. Si ellos no son capaces de alcanzar ese desarrollo por sí mismos, necesariamente la UE lo tiene que considerar como un problema propio.

Cita usted al sociólogo Anthony Giddens para referirse a la privación relativa como desencadenante de las protestas y las revoluciones.

Giddens dice que la pobreza en sí misma no es un factor desencadenante de revueltas e inestabilidad, sino la percepción de la diferencia. En una distancia muy escasa -14 kilómetros en el estrecho de Gibraltar y solo unas decenas de millas entre Canarias y la costa africana-, la diferencia de nivel de vida es enorme, como en muy pocos sitios del planeta. Eso no es bueno. Esa percepción es la que genera un motivo de malestar. Pero también hay oportunidades de trabajo conjunto, de desarrollo de los países africanos.

¿Qué retos tienen por delante los aeropuertos canarios para convertirse en "hub" entre continentes?

La posición que ocupa el Archipiélago, y concretamente las dos islas mayores (tal vez Tenerife cuenta con una pequeña ventaja porque tiene dos aeropuertos), es ideal para convertirse en un "hub", un centro de distribución aéreo entre tres grandes bloques: América del Sur, Europa y África. América se está desarrollando ya, y a medida que los países se desarrollan aumentan las rutas aéreas. África se tiene que desarrollar necesariamente. Europa es el espacio con más rutas aéreas del mundo. Ese pivote central que ocupa Canarias ofrece las condiciones ideales para ser un centro de distribución aérea. También necesita tener las infraestructuras y ser capaz de atraer a compañías aéreas de peso.

Ha destacado las oportunidades que supone el crecimiento de países como Brasil y Rusia. ¿Cómo afecta a las Islas el estancamiento actual de ambos?

Las potencias emergentes, sobre todo Brasil y Rusia, que viven de la exportación de petróleo, lo están pasando mal. Pero diría que son situaciones temporales y que en un plazo de tiempo no muy largo el petróleo volverá a subir. Por potencia de población y recursos económicos, esos países resurgirán y volverán a ser emisores y receptores de mercancías, pasajeros y turistas.

¿Deben los destinos turísticos como Canarias reforzar su seguridad?

La seguridad al cien por cien no la tiene nadie. Sin embargo, Canarias, como territorio de la UE, tiene los estándares de seguridad más altos del mundo. Siempre se puede mejorar, pero hay que encontrar un equilibrio, porque a veces reforzar la seguridad supone renunciar a un cierto grado de libertad y privacidad. El carácter insular es un plus de seguridad para Canarias sobre otros territorios españoles. Pero debemos ser conscientes de que si algún día pasara algo, lo que hoy no parece previsible, tenemos que ser resistentes, no exagerar la respuesta y no dar al terrorista un mayor eco. Nunca está de más reforzar la seguridad, pero no a costa de cualquier cosa.

¿Cómo afecta la inestabilidad de Libia a las Islas?

En este momento no le afecta. Pero la situación de Libia afecta, y mucho, a Túnez. Los últimos atentados que ha sufrido este país no buscan causar muertos, sino controlar una población. La situación en Libia puede llegar a desestabilizar Túnez y también Níger, como ya desestabilizó el norte de Mali. Canarias no está en primera línea de esa desestabilización, pero si se desestabiliza el Magreb y África Occidental nos afecta a todos; no a Canarias, a todos los europeos, sobre todo a España, Francia e Italia. A este último país ya le afecta, porque la inmigración irregular masiva que está recibiendo por mar se debe a que en Libia no hay ningún tipo de control.

¿Falló en Libia el principio de responsabilidad de proteger, invocado para intervenir?

El principio de responsabilidad de proteger -que solo se ha invocado una vez, para evitar una matanza en Bengasi a cargo del régimen del coronel Gadafi- resolvió un problema táctico puntual, pero sin medir las consecuencias de lo que supone contribuir a derrocar un régimen, algo que obliga automáticamente a reponer un Estado. Desde ese punto de vista podemos decir que la responsabilidad de proteger ha fracasado en su primer intento. Por otro lado, hoy Libia es un foco de inestabilidad, y lo que es más preocupante: 240 kilómetros de litoral están en manos del mal llamado Estado Islámico, el Dáesh.

¿Esos problemas explican que no se haya invocado en Siria?

En efecto. Después del precedente de Libia, en Siria era impensable. Rusia se opuso, China se opuso... Hay otras causas. Está el cansancio estratégico de EEUU, derivado del enorme esfuerzo de las operaciones en Afganistán e Irak.

¿La aparición de Dáesh ha supuesto un salto en la inseguridad global?

Es un terrorismo distinto. Estábamos viendo el terrorismo de Al Qaeda, que golpeaba, cometía un atentado -a veces de enormes proporciones-, pero no aspiraba a controlar territorios. El Dáesh es un grupo terrorista con una potencialidad para causar daño y desestabilizar países enteros que ningún otro había tenido. Nace en febrero de 2014 y en pocos meses se apodera de más del 30% de Irak y del 40% de Siria, y en ese territorio hay recursos: humanos, económicos, armamento modernos, armas químicas... A eso hay que añadir que ese territorio lo hace muy atractivo para reclutar terroristas. Ningún grupo ha sido capaz de reclutar tantos yihadistas en tan poco tiempo, además procedentes de muchos países. Todo eso ha hecho del Dáesh un grupo con una enorme potencialidad para causar daños, hasta ahora, que se está empezando a dar la vuelta la situación y está perdiendo terreno. Controlar el territorio da un enorme poder.

¿Cómo pueden afectar las tensiones entre la ONU o la UE y Marruecos a las relaciones de España con este país?

España y Marruecos mantienen en este momento una relación especialmente amigable y de cooperación en prácticamente todas las materias. Eso ha redundado en beneficio de ambos países, que van a procurar que esa relación se mantenga en los mismos términos, independientemente de que haya habido problemas con la ONU.

¿La amenaza del Polisario de volver a las armas es creíble?

La construcción de los muros de arena en el desierto acabó con la posibilidad de que el Polisario obtuviera una victoria mediante las armas. Solo queda la negociación política. Los muros siguen estando ahí y la capacidad de disuasión de Marruecos sigue siendo la misma, así que creo que la solución tiene que ser política.

¿Pero existe el riesgo de amenaza terrorista por la frustración de la población saharaui?

Que haya un porcentaje de juventud desencantada que en algún momento abrace el yihadismo es posible, pero hay que recordar que el Frente Polisario está apoyado fundamentalmente por Argelia. El enemigo principal del Gobierno argelino es Al Qaeda en el Magreb Islámico. No creo que Argelia consienta que gente asociada al Frente Polisario esté también unida de alguna manera al terrorismo yihadista.

¿Qué papel debe ejercer Canarias en la situación del Sáhara?

La situación del Sáhara es un problema de la comunidad internacional. El papel que está desempeñando España es el que le corresponde. Se trata de ayudar a que las partes lleguen a un acuerdo. Es una política del Gobierno central. Lo que podemos hacer los demás, cada uno en su campo -las empresas, las administraciones...-, es evitar cualquier problema que pueda entorpecer esos acuerdos y esa colaboración que está siempre dispuesta a prestar España para que la situación sea de estabilidad.

A pesar de la polémica por las prospecciones petrolíferas, sigue sin trazarse la mediana entre España y Marruecos. ¿Qué perjuicios puede causar esta situación?

Esto es muy frecuente entre países vecinos. Tampoco tenemos definidos los límites marítimos con Francia; con Portugal solo los hay en el Miño. Con Marruecos no hay definido ningún límite, pero no solo en la cornisa atlántica, tampoco en el Mediterráneo. Mientras no haya una causa de conflicto mayor, los países tienden a evitar cualquier cosa que ponga en peligro sus buenas relaciones, que son necesarias para la vida diaria. Creo que ambos países evitarán cualquier motivo de conflicto que pueda entorpecer unas relaciones que hoy día son de alta calidad.

¿Se hace todo lo necesario para controlar las rutas de tráfico de drogas que pasan por Canarias?

El tráfico de la cocaína que se produce en los países andinos tiene dos mercados: el norteamericano y el europeo. El europeo es el que más paga por esa droga. Ha habido diferentes rutas a lo largo de los años. Yo diría, por los informes de Naciones Unidas, que ahora la ruta no es tanto la que pasa por Canarias, sino que va más hacia la costa de países africanos en torno a Guinea Bissau, y desde ahí aprovecha la debilidad de los países del Sahel, las rutas de la inmigración irregular y los territorios donde hay terrorismo yihadista, un camino que está sin controlar, para llevar esa cocaína hacia Europa.

¿Existe la posibilidad de que se reactiven las rutas por las que en su momento arribaron miles de inmigrantes a las Islas?

Hay una buena colaboración de los países de donde salen esos cayucos -Mauritania o Senegal-, y fruto de ello es que no se han vuelto a dar las cifras de más de 30.000 personas que llegaron en un año. Pero hay que ser conscientes de una cosa. Hoy, las rutas pasan por Lampedusa porque Libia no es capaz de controlar su propio territorio; por otro lado, van desde Turquía hacia las islas griegas, con refugiados sobre todo del conflicto de Siria y de Afganistán. Cuando se van cerrando rutas se abren otras nuevas, salvo que se resuelva el problema en el origen. Este problema es, si miramos al este, el conflicto de Siria. La comunidad internacional tiene que abordarlo con firmeza y ayudar a resolverlo y tratar de que el de Afganistán no se recrudezca. En lo que más nos afecta a nosotros, el Sahel, la seguridad de esos países va de la mano del desarrollo. Con su renta per cápita es imposible que ellos mismos puedan establecer la seguridad en territorios que son dos veces y media España. Hay que ayudarles económicamente a ejecutar infraestructuras, a crear unas fuerzas armadas, una policía, que es lo que hace España en Mali y Níger. Sin resolver ese problema, cuando se tapone una ruta se abrirá otra. Antes de ver morir de hambre a sus hijos, la gente busca soluciones, y lo hace allí donde hay capacidades económicas.

Refugiados y vuelta a las fronteras nacionales

La gestión de la crisis de los refugiados que llegan a suelo europeo huyendo de la guerra y la violencia que azotan Siria, sobre todo, pero también Afganistán, es un síntoma del proceso de "renacionalización" de los intereses que experimenta Europa desde el inicio de la recesión económica. "Cada país protege por encima de cualquier cosa sus propios intereses nacionales", observa Miguel Ángel Ballesteros. El director del Instituto Español de Estudios Estratégicos advierte de la necesidad de "volver a los orígenes, al espíritu de esa UE que quiere avanzar hacia una mayor integración y buscar soluciones conjuntas". La articulación de una política común de seguridad y defensa no puede dejar de ser el objetivo, a juicio del general, pese a que el actual sea "un mal momento" para ello.

El reverso de un "enorme éxito"

El referéndum que decidirá la permanencia del Reino Unido en la UE plantea dificultades a las aspiraciones de una mayor integración y superación de los intereses nacionales. También lo hace la postura de algunos de los nuevos socios del club comunitario: países que integraban el Pacto de Varsovia y que "tienen una filosofía y una memoria histórica que no son exactamente las del resto de los europeos", explica Ballesteros. Privados de su soberanía durante décadas por la hegemonía de la Unión Soviética, ahora se resisten a cederla. La incorporación de estos países ha formado parte de una estrategia que, pese a todo, ha tenido "un enorme éxito": la ampliación de la Unión en busca de una mayor estabilidad.