Decía Eugenio D''Ors que en Madrid a cierta hora de la tarde te dan una conferencia o la das tú mismo. Algo de eso hay. Ahora, además, o te dan un desayuno o lo das. Los desayunos son la nueva manera de comunicar la política. Todos los días (todos-los-días) políticos más o menos notorios se suben a la tribuna del hotel Ritz (sobre todo) a contar a colegas, a empresarios, a periodistas y a invitados de diversa extracción sus ideas o sus incertidumbres.

Como periodista que soy he acudido a centenares de ellas; a veces esas conferencias las dan también periodistas muy importantes, pero la mayor de las veces los protagonistas son políticos. Ahora la política tiene un glamour especial, porque como hay incertidumbre sobre lo que suceda con la formación de gobierno cualquier opinión sirve para rellenar el vacío. Pues es vacío informativo lo que hay en realidad: sólo hay suposiciones, y con eso no se hace periodismo sino ruido, que no es periodismo.

En todo caso, no es ilícito reconocer que hay tantos desayunos y tantas declaraciones y tanta palabra circulando por el aire que produce pereza desplazarse temprano a esos desayunos. Pero el otro día me convocó un colega, Raúl Gil, responsable de prensa del ayuntamiento de Las Palmas, para decirme que su alcalde, Agustín Hidalgo, iba a dar uno de esos desayunos en el Ritz. Hidalgo es hijo de un sindicalista histórico, que fue amigo de uno de los grandes socialistas canarios, Juan Rodríguez Doreste. Rodríguez Doreste fue alcalde de Las Palmas y amigo muy querido de mi maestro Domingo Pérez Minik. Con esos antecedentes y con el cariño que tengo a la capital de Manuel Padorno, Jerónimo Saavedra y todos los Millares, además de amigos más jóvenes a los que frecuento con mucha alegría, me resultó un deber irme hasta el Ritz.

Insisto a mis colegas jóvenes que conviene salir de las redacciones y escuchar a la gente, porque es en esos encuentros casuales en los que surgen las noticias o las ideas para reportajes, entrevistas o crónicas. Ahí supe, porque lo contaba Hidalgo que la capital grancanaria ha puesto en marcha un proyecto ambicioso de transporte público para la ciudad, similar al que ya funciona en Bogotá o en Medellín, las dos ciudades latinoamericanas que fueron capaces de transformar entornos empobrecidos y conflictivos en lugares rescatados para la vida en paz.

Hidalgo se refirió al transporte como transformador de esas ciudades. Lo que ocurrió también en Medellín y en Bogotá fue que, al tiempo que los respectivos ayuntamientos mejoraron las posibilidades de desplazamiento, se crearon unas impresionantes bibliotecas públicas. Lo que antes era desazón y detritus se convirtió, en Medellín y en Bogotá, en alegría de vivir y de compartir. Y ahora esos barrios antes dejados de la mano de Dios son centros urbanos de una eficacia cultural y social enorme. En otros términos, algo así pasó en la Barcelona de Maragall y algo de eso está ocurriendo en la Málaga de La Térmica.

Cuando escuché a Hidalgo me acordé de estas cosas, y luego las comenté con él. Lo encontré receptivo e informado de todo lo que sucedió en Colombia. Lo que no le conté fue lo que leí la noche antes en un libro de cuentos de la colombiana Laura Restrepo, "Pecado". En uno de esos cuentos aparece un barrio donde un sicario derriba a un hombre que está pintando una palabra que corona un edificio nuevo. Cuando lo derriba el pintor ya había escrito dos letras: la B y la I. Lo que estaba tratando de escribir era la palabra BIBLIOTECA.

Que haya guaguas y que por donde pasen las guaguas, en Las Palmas, en Tenerife, en todas las ciudades y en todas partes, haya libros, bibliotecas abiertas, educación y lectura.

¿Ven cómo es bueno salir de casa y desayunar con otros?