Seis de la tarde y suena el timbre de tu casa. Te levantas y te acercas a la puerta. La abres y delante no hay nadie. Bueno. Vas a cerrar y desde el fondo del pasillo se acercan dos jóvenes trajeados, decididos, sueltos, que se aproximan con una carpeta en las manos. "Manda puñetas, testigos de Jejová", piensas. Pero un vistazo más detenido te dice que no. Llevan traje y corbata, pero también un par de piercings. Y tampoco llevan camisas blancas de manga corta. "A ver de qué secta son", te preguntas.

El más decidido de ellos, el macho alfa de la manada de dos, se acerca y te dice que es un inspector de tu compañía eléctrica que viene a comprobar si se te está aplicando una nueva tarifa de la compañía en la facturación. Habla rápido, seguro de sí mismo, incluso hasta un poco chulo. Es eso que los viejos de antes llamarían "echado p''alante". Entonces te pide que mires tu factura por detrás para que compruebes si pone BOE 2015 o BOE 2016. Ante la avalancha de verborrea directa, agresiva casi, tú, que estabas amodorrado en el sillón sólo aciertas a repetir: "BOE". Y el joven cachorro, con tono displicente, te aclara con cierta impaciencia por tu torpeza: "Sí, hombre, Boletín Oficial del Estado".

Cierras la puerta. A estas alturas te están invadiendo unas ganas enormes de mandar al chaval a freír puñetas. Pero la curiosidad siempre mata a los gatos y a los periodistas. Te vas y consultas una factura. Y ves que pone BOE 2015. Entonces suena otra vez el timbre. Vuelves a abrir y, naturalmente, los dos jóvenes trajeados ya saben que vas a decir que tienes una tarifa del año pasado. Entonces te piden que les des tu código de cliente para proceder a hacerte una nueva factura por un importe menor del que estás pagando.

Y entonces tú les dices que no. Que tu código de cliente y tu número de contador no se los vas a dar. ¿Y saben por qué? Porque estos chicos si fueran de Endesa no tendrían que pedírtelos. Estos agresivos comerciales son realmente de otra compañía comercializadora. Y tienen de inspectores lo que yo de cadete del Juan Sebastián Elcano. Son comerciales que con esa táctica consiguen de los vecinos los datos necesarios para darles de alta, sin que se lo huelan, en un nuevo contrato con una nueva comercializadora. Por cada contrato consiguen una prima. Y por un determinado número, un bonus. Por el camino van dejando un rastro de alarma que -me consta- está preocupando a las propias empresas eléctricas, que se benefician de estas técnicas agresivas de lograr nuevos contratos, pero que quieren mantener un cierto nivel de buenas prácticas. Hay hasta vecinos que han llamado a la Policía porque creen, con razón, que en realidad han venido a robarles.

Es la nueva guerra de las eléctricas que llama a tu puerta. Después de echarles con cajas destempladas -aunque seguro que un contrato con la nueva compañía sería más barato- te quedas en compañía de tu indignación. A los ciudadanos ya nos tratan como verdaderos idiotas. Y los responsables no son estos chavales, que se ganan la vida como pueden, sino las empresas que les contratan, porque quieren facturar a las grandes compañías y les permiten utilizar métodos y falsedades que consideran a los usuarios como tontos del bote. Igual, claro, es que lo somos.