Óscar Domínguez y su amigo Eduardo Westerdahl fueron los "culpables" de que el artista sueco Per Lillieström (1932) eligiera Tenerife como destino de su vuelo migratorio definitivo allá por los años 50 del siglo pasado. Seis décadas después de iniciada aquella aventura, este amante de las aves y sus largos viajes en busca de mejores condiciones vitales es el protagonista de una exposición que se inauguró ayer en el TEA Tenerife Espacio de las Artes de Santa Cruz, "Pájaros", donde permanecerá hasta el 22 de mayo.

La muestra fue presentada por el director insular de Cultura y Educación del Cabildo de Tenerife, José Luis Rivero, el conservador del TEA, Isidro Hernández; el comisario de la exposición, Lars Petter Amundsen, y el propio artista, quien con pocas palabras aseguró que le gustaba lo que se decía de él. "Estoy muy contento con la exposición y me gusta el montaje. Lo veo como un regalo por mis sesenta años en la isla", agradeció emocionado.

"Pájaros", que ocupa tres salas, está conformada por una treintena de pinturas, óleos sobre lienzo y grabados, además de contener dos vitrinas con fotografías, catálogos y los dos libros que publicó junto a su amigo Thor Heyerdahl, arqueólogo noruego con el que compartió varias expediciones y con el que inició un tercer libro que nunca pudieron acabar, porque murió antes de finalizarlo.

La colección también cuenta con algunos carteles de exposiciones que desarrolló Lillieström y de una instalación de fotografías de Karina Beltrán, obra que realizó tras una visita a la casa-taller del artista en Los Realejos.

Tras la introducción de la exposición por parte de Rivero y de Hernández, quienes destacaron la línea seguida por el TEA tendente a mostrar la obra de artistas foráneos residentes en Canarias, que proponen otras visiones de las Islas, el comisario de "Pájaros" recordó que Lillieström vino a Tenerife para "buscar la paz, la luz, la tranquilidad" que no tenía en París, ciudad en la que conoció a Óscar Domínguez, quien le habló de la belleza de la Isla, su luz y la bondad de su clima.

"Llegó con veinte años con una maleta e ideas propias. Aquí hay obras que muestran cincuenta años de su trayectoria en los que ha tocado temas distintos. Cuando llegó a la Isla en los años 50 pintaba pájaros, incluso tenía un palomar de joven. Más tarde le preocupó el medio ambiente".

Pinturas de pájaros, metáfora de su propio itinerario vital y artístico, presiden la muestra del TEA, incluso hay un collage en cuya elaboración utilizó plumas reales de un ave. También se exhiben paisajes lunares y bosques quemados, quizás algo más abstractos.

Como dijo el propio Lillieström: "No deseo imitar la realidad, sino aventurarme a su interior".