Miles de alumnos acuden cada día a la Universidad en coche. Es más cómodo, la guagua no es puntual o el tranvía no para cerca de casa. Hay muchas explicaciones, pero lo cierto es que el número de vehículos que llega hasta la puerta de alguna facultad es muy elevado, sobre todo si se tiene en cuenta que en muchos de esos coches solo va el conductor. Esta certeza, que ha sido estudiada por docentes de la Facultad de Economía, ha hecho que la Universidad se plantee fórmulas para ser "más sostenible" y reducir la afluencia de vehículos a sus campus, como ya ocurre en muchas universidades españolas e internacionales. El primer objetivo: fomentar la economía colaborativa y que compartir coche se convierta en una práctica habitual. La sobrecarga de coches es un problema que afecta a todo el Archipiélago, pero ¿por qué no empezar dando ejemplo desde la Universidad?

Ayudar a reducir la presión sobre el territorio y plantear opciones para mejorar la movilidad, en la Universidad y en todo el territorio insular, son algunas de las cuestiones que han alentado la investigación del grupo de Economía de la Productividad, el Transporte y la Energía, del Instituto Universitario de Desarrollo Regional de la ULL. Desde 2007, cuando se puso en marcha el tranvía, este equipo ha realizado diferentes análisis sobre los patrones de movilidad de la comunidad universitaria. La primera vez abordaron, en colaboración con el Cabildo de Tenerife, el efecto que podría tener un nuevo modo de transporte en el uso del coche. Las encuestas reflejaron lo que ocurrió: muchos alumnos que iban en guagua se pasaron al tranvía, pero el tren ligero no se convirtió en una alternativa real al coche. Ahora la pregunta es distinta y está centrada en los jóvenes que se trasladan a la Universidad desde municipios del Norte. La encuesta, que se puede responder hasta final de mes, pretende caracterizar el viaje que realizan los estudiantes desde su lugar de origen hasta el centro de estudios y conocer su predisposición a usar un hipotético carril BUS-VAO en la TF-5. Tanto entonces como ahora los profesores tienen algo claro: las medidas aisladas no sirven para cambiar las costumbres; si las administraciones aspiran a transformar el mapa de movilidad deben potenciar el transporte público al mismo tiempo que penalizan el privado. Y se puede empezar por la Universidad, pero el reto va más allá.

Rosa Marina González, una de las docentes de este grupo, explica que en 2007, justo antes de la implantación del tranvía, realizaron 2.200 encuestas y llegaron a la conclusión de que el 42,6% de los estudiantes venía conduciendo su coche, el 7,4%, como acompañante, el 27%, en guagua y el 15%, a pie. Los dos años siguientes constataron la "migración" de estudiantes de la guagua al tranvía. "En 2009, el 38,7% seguía conduciendo su coche y el segundo modo de transporte había pasado a ser el tranvía, que lo usaba el 25,7%". Estos datos se refieren al total de la comunidad universitaria, pero si el estudio se reduce al área metropolitana, que es donde realmente el tranvía puede ser una opción, el uso de este servicio es aún mayor. "Los alumnos que vienen del Norte y del Sur son cautivos del coche. No tienen otra opción que ellos consideren alternativa real para venir al centro".

Para cambiar los patrones de conducta, la profesora subraya que otra medida que debe abordarse es la gestión de los aparcamientos. "Ahora todos los alumnos tienen el mismo derecho a usar un espacio para estacionar su vehículo, vengan de una zona del área metropolitana -que en muchos casos tienen un transporte público a menos de cinco minutos de su vivienda- o del Norte o el Sur. Eso habría que gestionarlo. Creo que hay que primar por procedencia y por el hecho de compartir".

Las opciones que plantea González ya se han propuesto en otras universidades. Es una medida viable, que ya se habilitado controlando el acceso con "carnés especiales" y "cámaras de vídeo". "Siempre habrá picaresca, como en todo, pero lo que no se puede hacer es no implementar una medida por temor a que eso ocurra. Además, si se pone en marcha serán los propios compañeros los que se preocupen de que todos cumplen las reglas". Las medidas para controlar el estacionamiento se están generalizando y en algunos campus extranjeros, como en San Francisco, el sistema es "de pago".

A pesar de las sugerencias concretas que propone, la docente reitera que las medidas aisladas no sirven. "El tranvía tuvo un éxito limitado entre los estudiantes, ya que sobre todo afectó a la guagua. ¿Por qué? Porque a esa medida había que añadir otras. Si mejoras el transporte público tienes que penalizar de alguna manera el coche, pero si dejas que el coche llegue a todos lados y aparque en cualquier sitio, la ventaja comparativa se pierde. Son las medidas del palo y la zanahoria. Una medida sería la gestión del aparcamiento, pero también poner grandes intercambiadores para que la gente deje el coche y se suba a un transporte público que pasa constantemente", dice a modo de ejemplo. "El éxito del tranvía es la certidumbre: la gente penaliza mucho el tiempo de espera y el tiempo que tarda en llegar hasta la parada".

"El coche tiene una serie de atributos y cualidades que nunca te van a dar la guagua o el tranvía. Hablamos sobre todo de libertad. Puedes cambiar el horario o la ruta. Eso nunca te lo va a dar un transporte público. Pero también, frente a eso, conlleva una serie de aspectos negativos que repercuten en el resto de la sociedad y que el conductor no está asumiendo. Desde la contaminación hasta el ruido o la necesidad de disponer de un espacio para aparcar. En Guajara, por ejemplo, la zona dedicada a estacionamiento ocupa mucho espacio y, en cambio, la zona para hacer deporte no existe. Desde el momento en que tú pones un estacionamiento delante de las aulas, estás llamando a que aparquen ahí. Al usuario de la guagua, sin embargo, no le estás dando nada a cambio".

Para intentar contribuir a este paquete de medidas, la Universidad de La Laguna ha encargado a una empresa de antiguos alumnos la creación de una aplicación móvil para compartir coche. Este proyecto fue el ganador del primer concurso universitario de "software" libre de la ULL en 2011. Con el paso de los años, esta idea germinó en una empresa especializada en geolocalización. StartDevs fue fundada por tres jóvenes emprendedores, graduados todos ellos en Ingeniería Informática por la Universidad de La Laguna, uno de los cuáles está cursando el Máster en Ingeniería Informática de la ULL.

Manuel Ledesma, jefe de gabinete del rector, explica que los objetivos que se marcan con esta iniciativa son ofrecer una plataforma de comunicación universitaria centralizada para facilitar y gestionar los desplazamientos en vehículo compartido y de esta forma promover la reducción del tráfico generado en la TF-5 en las horas puntas, además de las emisiones de CO2, y de contribuir a un entorno sostenible. Se estima que la aplicación estará lista en verano y podrá estar funcionando el curso 2016-2017. En la Universidad insisten en que el problema de las colas en la autopista va más allá de la propia institución, pero consideran que liderar una solución así podría servir como ejemplo. La ULL está a la espera de que el Cabildo confirme si asume el 50% en el coste de la aplicación.

La encuesta que estos días responden los estudiantes de la ULL (está disponible en la web de la institución y en la intranet a la que tiene acceso la comunidad universitaria) incluye una pregunta específica para saber cuántos chicos del norte de la Isla han tenido que mudarse al área metropolitana por los problemas que ocasiona la lejanía y no disponer de una red de transportes competitiva. "No sirve solo rebajar el precio; deberíamos intentar facilitar el acceso a los centros para evitar que se tengan que mudar, porque al final lo que ocurre es que un alumno del Norte tiene un sobrecoste que no tiene otro de Santa Cruz o La Laguna".

El objetivo, en definitiva, es que los coches no lleguen a todos los puntos finales, pero eso solo es posible si compartir vehículo o tomar un transporte público es una alternativa real. "En las Islas es evidente que muchas veces necesitamos un coche para salir de casa, pero ese coche no puede llegar a cualquier punto, sino a un intercambiador que esté situado estratégicamente y a un precio atractivo. Entonces me compensaría subirme en una guagua en la que voy en un carril que va más rápido que el resto...", sugiere González. Es decir, si el coche no puede llegar a todas partes, pero sin él no podemos vivir, habrá que idear un mapa de movilidad en el que todos los tipos de transporte se complementen.