Viajes, reuniones, financiación pública, firma de acuerdos... ¿para qué? En verdad, para nada. La falta de unidad política a la hora de decidir qué proyectos son o no interesantes para Santa Cruz de La Palma, por encima de ideologías, han acabado por dejar apartados en la gaveta de algún armario los proyectos que hasta hace apenas unos meses se mostraron de forma reiterada como las mejores alternativas para la economía de la ciudad.

El parque submarino es, sin duda, el reflejo más evidente. En junio de 2014 se llegaron a hundir los primeros siete enanos de la Bajada de la Virgen, figuras de hormigón realizadas por Miguel Marzán. Estaba previsto crear un arrecife artificial con pecios, un laberinto, reproducciones piratas... Nada más se hizo. En el debate de los presupuestos 2016, esta misma semana, el responsable de Economía, Julio Felipe, dejó claro que para el actual gobierno esta actuación "no es una prioridad". Se hizo bajo el mandato de Juan José Cabrera, al que sus opositores acusan de liderar de forma unipersonal proyectos sin el apoyo de otros grupos. Eso sí, su partido, el PP, gobernaba con el PSOE, aunque el regidor municipal llevaba la batuta de estas iniciativas.

¿Los enanos se romperán? ¿Necesitan una atención? ¿Quedarán allí para siempre?

No es lo único que queda "por detrás". Santa Cruz de La Palma lleva años sin aprovechar la casa que la Autoridad Portuaria tiene en el césped. Está en un lugar estratégico de la ciudad, a la entrada del casco histórico, pero se mantiene cerrada a cal y canto. Allí muere. La pasada legislatura se dijo que sería un centro dedicado a la astrofísica. En mayo de 2014 se difundió una fotografía a la entrada de la vivienda, con el exalcalde, representantes del IAC y los responsables de los principales telescopios del Roque. ¿En qué ha quedado? En nada. La Autoridad Portuaria rechazó su cesión y tampoco ahora es una prioridad para el ayuntamiento. Por las razones que sea, pero no lo es.

¿Es todo? No. En julio de 2014 se "vendió" el aprovechamiento del Castillo de la Virgen, en La Encarnación, con fines turísticos relacionados con las Fiestas Lustrales. Iba a contar con una pequeña cafetería y una tienda. La primer teniente de alcalde, Guadalupe González, ha dicho que el Obispado se opone a que allí se instale un quiosco, mientras el alcalde, Sergio Matos, dice que el mismo estamento eclesiástico no quiere una terraza. El exalcalde, Juan José Cabrera, afirma, al contrario, que existe un documento del Obispado que autoriza este establecimiento. Al final, entre lo que dicen unos y lo que hacen otros, al castillo apenas se le saca provecho.

La realidad es que la ciudad se está viendo privada de actuaciones que la hagan más interesante, tanto para residentes como para visitantes, por una clara rivalidad entre formaciones políticas; por la ausencia, a la postre, de un documento donde se contemplen las obras que son necesarias, con independencia de quién esté en el gobierno y quién en la oposición. No hay otra forma para explicar que tampoco se entienda necesario el proyecto para el equipamiento del Castillete, una de las fortalezas más relevantes, que sirvió para proteger la capital de los ataques de los piratas.

¿Y los equipamientos e infraestructuras de la playa? En enero de 2015 se "vendió" un plan de ordenación para la zona de baño, con un restaurante aproximadamente a la altura de la calle Apurón. Dijeron que iba a estar ubicado junto al paseo que se pretendía habilitar entre la avenida Marítima y el espigón Sur, "que será transitable y supondrá un atractivo turístico añadido por sus vistas a la ciudad desde el frente marítimo". Quizás la verdad sea que la zona de baño quede apenas con papeleras y duchas...

Sí, 2014 y 2015 fueron fructíferos en proyectos que iban a cambiar, o eso dijeron, la ciudad. ¿Se acuerda (usted que lee) del acuerdo con Correos? Se pretendía trasladar los servicios municipales a la sede del ente postal. La idea era crear además un museo en las actuales casas consistoriales. CC y PSOE han descartado esta iniciativa.

Fuesen proyectos demasiados personalistas o no, algunos seguramente con mayor o menor acierto, tampoco se han puesto sobre la mesa, todavía al menos no, otras alternativas para cambiar una ciudad que parece (¿parece?) dormir en el tiempo.