Entre las propuestas electorales de Podemos está la de conceder el derecho a decidir "en aquellas naciones que lo hayan planteado con especial intensidad". Como canario, miembro por tanto de una nación macarronésica y ultraperriférrica -hay dos bardinos en el escudo- me he quedado seriamente preocupado. ¿Habremos mostrado nosotros la suficiente intensidad para que nos permitan decidir?

En la medición de la intensidad eléctrica sé que tienen algo que ver los culombios, lo que me llevó a consultar a un amigo electricista de Las Palmas. Pensé que eran "culombófilos", porque tienen la casa de Colón y el palmeral donde meó el Almirante antes de contratar al bufete de Bravo para gestionar los derechos del Descubrimiento. Pero mi colega me explicó amablemente que la colombofilia y lo colombófilo no tienen nada que ver con los culombios. Y se despidió dándome cariñosos recuerdos para mis progenitores.

Me quedé confuso. Como en Podemos son todos profesores universitarios en excedencia, la exigencia cultural de sus manifiestos es abrumadora. La presencia de una carga eléctrica en el espacio modifica ese espacio de igual forma que un agujero negro curva el espacio tiempo, así que tal vez lo que están sugiriendo en su propuesta de pacto de gobierno es que las naciones con la suficiente intensidad pueden modificar el espacio tiempo de un Estado. Complicado. (Que no es lo mismo que un Estado complicado).

Pablo Iglesias es un líder con una fuerte carga magnética. Atrae a la gente. Así que podríamos estar moviéndonos en el universo de la intensidad electromagnética. No sé si ustedes se dan cuenta del alcance de todo esto. Yo no. Hay un momento en donde me duele la cabeza y ya no entiendo nada. Es la herencia aborigen. La zafiedad intelectual de la ultraperriferria bereber que no me permite comprender las diferencias entre una nación intensa y un pueblo intensamente aplatanado.

Lo que sí sé es que las negociaciones en España para hacer un sancocho entre pijiprogres, socialblanditos y perroflautas no han cuajado. Vamos de cabeza hacia unas nuevas elecciones. Rajoy, si se ha despertado de la siesta, debe de estarse descojonando. Lo que se ha cargado un gran gobierno de las izquierdas de este país es lo de siempre. Que no es lo mismo ser un rojo catalán que uno de la meseta. El hecho plurinacional ha creado un campo eléctrico que distorsiona el espacio territorial de la izquierda española.

Aquí no hay pacto posible ni mayoría que lo sostenga. El escenario se puede repetir una y otra vez, como en aquella película de "Atrapado en el tiempo", pero con el hocico de Pablo, en vez del de Phil, asomando para decirnos que el invierno de nuestro descontento será eterno. Pero se ha conseguido algo milagroso. En apenas medio año la gente está tan harta y decepcionada de la nueva política como de la vieja. Nunca tantos se habían quemado tanto en tan poco tiempo. Así que las nuevas elecciones no serán iguales. Estén seguros. Serán intensamente peores.