Luces que se encienden y se apagan solas. Nombres que aparecen y desaparecen en faxes sin remitente que se envían a destinos exóticos. Fenómenos psicoquinéticos leves sin explicación aparente. Desde el misterio de los rostros de Bélmez y el colegio encantado de Turón, nadie recuerda un suceso de tan excelso enigma.

Algo muy extraño está ocurriendo en el Paseo de la Castellana, 160; presencias paranormales que osan menoscabar el patriotismo de aquellos que defienden la unidad nacional. Las primeras psicofonías aluden a espectros separatistas y ectoplasmas masones que en vil contubernio quieren involucrar a un hombre de España en el placer prohibido de las sociedades opacas. Mientras la ministra Báñez se encomienda a la Virgen del Rocío y su compatriota Fernández Díaz busca respuesta a tantas preguntas en el Valle de los Caídos, el ministro de Industria en funciones, José Manuel Soria, presenta los síntomas de una posesión perversa; sin embargo, se desconoce si se trata del fantasma de Noriega o de algún histórico salsero centroamericano.

El proceso está siendo escalonado, y comienza cuando el gerifalte del PP canario se implica con fuerzas extrañas y va poco a poco perdiendo el control sobre sus acciones; de ahí, que en un primer momento desmintiera la veracidad de los papeles de Panamá. La confusión es una de las marcas principales de la posesión: primero, la negación de la verdad siempre aterriza en casos donde el misterio se apodera de la buena fe y, por eso, su señoría atribuye a "un error" que su nombre aparezca en una sociedad con sede en Bahamas y a otro que también aparezca su sello en el registro mercantil de Reino Unido como secretario de otra empresa llamada igual, tal y como recogieron los medios de comunicación.

El segundo de los indicios se manifiesta en su relación con "el más allá", un caso complejo pero típico en políticos que confían en el edén, en los caminos inescrutables de los paraísos fiscales: porno monetario. El tercer patrón en cualquier ejemplo de posesión son las visiones y las profecías. Si hace más de 400 años Nostradamus vaticinó la ascensión de Napoleón y Hitler al poder, José Manuel Soria no fue menos y logró ver el meridiano de Greenwich por Canarias, intuir la existencia de petróleo en las costas de las Islas y disfrutar supuestamente en el Caribe de hoteles de gran lujo a 70 dólares.

No obstante, es posible expulsar del cuerpo al espíritu de la supuesta evasión fiscal a través de dos tipos de sortilegios: el hechizo simple, con la presentación de querellas para demostrar que es falso que participó en sociedad opaca y, por lo tanto, que mienten las firmas; o el conjuro complejo, que provoca la dimisión temporal hasta que un fiscal autorice los datos que están en Panamá y Bahamas, probando así su inocencia.

Si ninguna de las fórmulas surte el efecto previsto, cualquiera que pertenezca a la comunidad política puede deportar espíritus con plegarias de liberación que vayan más allá de tibias reuniones entre Rajoy, Moragas y Cospedal, o jurar en la Asamblea Nacional la constitución panameña. Al final, con Soria y sus fantasmas empezó todo.

@LuisfeblesC