Muchos arquitectos nos hemos preguntado sobre las causas de la tragedia acaecida el pasado jueves 14 de abril en Los Cristianos, Tenerife. Pues a las consecuencias tristemente dramáticas queremos dar soluciones que ayuden a prever y evitar tragedias futuras. ¿Qué hace que un edificio aparentemente estable y seguro se derrumbe como un castillo de naipes? ¿Qué puede haber sucedido para que una estructura diseñada, calculada y construida en este nuestro llamado primer mundo se caiga sin que haya podido notarse un deterioro previo?

En primer lugar, es necesario acotar las variables: un asiento imprevisto de la cimentación, una sobrecarga de uso inadecuada, una fatiga de los materiales resistentes o degradación de los mismos por falta de mantenimiento, una explosión fortuita, o como en muchas ocasiones ocurre, unas obras de acondicionamiento no supervisadas por técnicos competentes en uno de los locales o inmuebles, que han podido afectar a la resistencia de alguno de los elementos estructurales del edificio. Resulta muy difícil aclarar las causas del colapso de la estructura con las imágenes existentes y hará falta un tiempo prudencial para que los peritos puedan determinarlas. Pero a los arquitectos y docentes de la arquitectura nos suscita la necesidad de reflexionar sobre este hecho y sacar conclusiones claras que podamos transmitir a nuestros alumnos y por ende a toda la ciudadanía.

Los edificios no se caen solos, para poderse construir han superado una serie de requisitos previos de diseño, control y visado por parte de las administraciones competentes que velan porque se cumplan los estándares de seguridad, resistencia y durabilidad que nos hemos fijado como sociedad. Para que una construcción se caiga deben sucederse una serie de circunstancias que con el paso del tiempo las sociedades avanzadas hemos ido previendo para aumentar en seguridad las edificaciones diseñando estructuras y sistemas constructivos cada vez más resistentes, capaces de soportar movimientos de tierra, adaptarse a roturas parciales y de mantenerse en pie el suficiente tiempo para permitir una evacuación segura.

Al igual que los coches de los años 70 no disponían de airbags ni de frenos ABS, la tecnología y el diseño arquitectónico se han desarrollado enormemente en los últimos años. Es por ello que debemos ser conscientes de que, tal como demandamos que nuestros automóviles cumplan los más avanzados estándares de seguridad y confort, deberíamos exigir igualmente a nuestras construcciones que así lo hagan.

Junto a los certificados energéticos que ahora se requieren en la compraventa o alquiler de viviendas, los ciudadanos deberíamos solicitar las especificaciones de las características de la construcción y año de ejecución. Pues ya que así también se lo pedimos a los equipamientos del hogar, como neveras o cocinas para conocer sus características de consumo, más importante si cabe es tomar en consideración un certificado de las características estructurales de la construcción y de su capacidad de aislamiento antes de realizar la compra de un inmueble.

Para ello los profesionales de la construcción nos hemos dotado de colegios profesionales que nos ayudan a mantenernos permanentemente actualizados y formados en las nuevas normativas y tecnologías constructivas. Como también las Escuelas de Arquitectura incorporamos en nuestros planes de estudios cada avance que se consolida en la formación del arquitecto. Es pues más perentorio que nunca una llamada de atención para que se cuente con los arquitectos, pues los trámites exigidos por las administraciones públicas para la reforma y modernización de nuestras viviendas no deben ser desdeñables, y nos demandan ser rigurosos en el diseño y ejecución de toda intervención en las construcciones existentes.

*Coordinador de las titulaciones del área de Arquitectura e Ingeniería de la Universidad Europea de Canarias