Dicen que La Laguna es una ciudad patrimonialmente atractiva y de pequeños encantos escondidos: la particularidad de una fachada, una obra de arte en un templo religioso, una escultura en algún rincón... Pero pocos de esos detalles como la plaza casi "secreta" de la calle Viana. Desconocida para buena parte de los viandantes, espera desde hace años a su apertura definitiva.

El recinto está ubicado junto a las dependencias del ayuntamiento y en algunas publicaciones figura como plaza de los Capitanes Generales, más popularmente conocida como del Hermano Ramón, un religioso lasaliano cuya escultura preside la parte visible del espacio, no muy amplio y al que se accede a través de una escalera. Unos balaustres pintados en rojo y amarillo ponen coto al enclave y a la imagen que de él tienen muchos de quienes pasan por allí. Sin embargo, la parte más singular del caso se encuentra detrás de los barrotes oxidados de un extremo: una plaza amplia pero con un uso limitado, solo en ocasiones puntuales.

Su apertura es reivindicada, entre otros, por uno de los principales actores sociales del centro lagunero: la asociación de vecinos Casco Histórico. Según apunta su presidente, Pablo Reyes, sería positivo abrir la plaza "hacia atrás" e, incluso, se refiere a la opción de preguntarles a los residentes qué hacer exactamente. De una forma más precisa plantea que se podría establecer un espacio de ocio dotado de alumbrado en el que realizar pequeñas actividades de distinta naturaleza.

En esencia, Reyes describe una posibilidad que se viene barajando desde hace años y cuya ejecución hasta llegó a ser semianunciada por la exconcejala Julia Dorta en sus días en Patrimonio Histórico. La por entonces edil informó en 2012 que, si los vecinos daban el visto bueno, se procedería a la apertura de la instalación para el esparcimiento y ocio ciudadano. Más llamativo que lo anterior, la nacionalista señaló que se eliminarían los muros y vallas y que, después, la escultura del hermano Ramón se reubicaría en el nuevo recinto. Aquella idea se ha mantenido, no obstante, como eso, una idea, según indicaron días atrás fuentes oficiales del Ayuntamiento de La Laguna.

De haberse llevado a cabo aquel proyecto estaría hoy a la vista lo que queda oculto detrás de los barrotes y balaustres: un perímetro de adoquines antiguos, unas baldosas que forman una cruz, varios árboles y puertas de conexión con la Casa de los Capitanes. Todo eso solo es visible para quienes la curiosidad los ha movido a acercarse hasta la verja a comprobar el interior o para aquellos otros que han participado en algunas de las actividades que se han realizado allí, sobre todo en varias ediciones de la Noche en Blanco, en las que la plaza ha albergado espectáculos musicales que han llevado hasta ella de los pocos sonidos que rompen el silencio habitual de su particular clausura.

El hermano Ramón, un religioso lasaliano

La escultura que desde 2001 está ubicada en la plaza de los Capitanes Generales y que hasta ha pasado a darle nombre al espacio corresponde a Ramón Padilla González, el hermano Ramón (La Gomera, 1913; Madrid, 2002), un religioso lasaliano que dejó huella en la ciudad. Alumno del Colegio Nava-La Salle, en 1929 decidió ser hermano de las Escuelas Cristianas. Tras una etapa docente previa, en 1935 inició su labor en el mismo centro del que había sido estudiante, y a él entregó más de 65 años. Fruto de aquella dedicación llegaron los reconocimientos: una calle, la Medalla de Plata o el título de Hijo Adoptivo.