Ahora estamos inmersos en hablar de "la herencia de Soria" que es la cuestión de la sucesión en el PP de Canarias. Y eso, siendo importante, me aflige menos que otras herencias que afectan de manera más directa a nuestro bolsillo. Cuando el PP asumió el Gobierno de España, tras la infausta etapa final de José Luis Rodríguez, al que todo el mundo llamaba Zapatero -presagio de mandarle a ocuparse de sus zapatos-, puso de moda el mantra de "la herencia recibida". Se refería a la falsedad escandalosa de los datos que habían barajado los socialistas. Entre los pufos recibidos estaba el del défict de las cuentas públicas que el Gobierno del PSOE tendría que haber dejado en un 6% del PIB. No fue así. Cuando llegó Rajoy comprobó que el déficit del 2011 era en realidad del 8,9%. Con lo que la "herencia" fue de 26 mil millones que se habían gastado de más sobre las previsiones. Para el PP no se trataba de un error, sino de mala fe. Zapatero había engañado a los españoles.

Después de cuatro año de durísimos ajustes, el déficit de España en 2015 ha sido del 5% (5,08% del PIB si se suman las ayudas a la banca). O lo que es lo mismo, se han incumplido los objetivos en casi unos 13 mil millones de euros. Seguimos gastando 65 mil millones más de lo que ingresamos y hemos situado la deuda pública por primer vez en nuestra historia por encima del cien por ciento del PIB español que pasa del billón de euros.

Que el Gobierno de la austeridad y los recortes haya permitido el exceso de gasto tiene una explicación muy sencilla: en 2015 se celebraron elecciones autonómicas. Y en algunas comunidades, los gobiernos afines tenían que echar el resto. Cada vez que vienen las urnas sube el empleo y el gasto público. No falla.

Pero la realidad es que después de cuatro años de subidas de impuestos, de medidas extraordinarias de ajuste y de recortes de financiación de servicios públicos esenciales, seguimos gastando muchísimo más de lo que ingresamos, seguimos incumpliendo los objetivos del déficit y se ha dejado un "pufo" de 23 mil millones que es lo que tendrá que ajustar -léase ahorrar- el nuevo Gobierno en este año del 2016. Algo prácticamente imposible.

La incapacidad de los actuales partidos políticos para formar un nuevo Gobierno nos lleva de cabeza a unas nuevas elecciones. Es lo lógico. Existen demasiadas diferencias entre unos y otros. Pero el Gobierno que salga de una repetición electoral en junio estará hipotecado aún antes de nacer por una ominosa herencia. Una España estragada por el derecho a decidir de algunos territorios. Lastrada por el peso de una inmensa deuda. Y, sobre todo, con un sistema de pensiones al borde de la quiebra, con 18.000 millones de agujero en la Seguridad Social. Puestos a hablar de herencias, esta es para mear y no echar gota.