Mientras en el PP acaban de descuartizar el cadáver exquisito, y se matan ruidosamente para ocupar el trono vació, las cosas de la política vuelven a su cauce de siempre, que es el reparto de la pasta: el Gobierno anunció el lunes el reparto de su fondo de financiación municipal, 221 millones de euros, a repartir entre los municipios canarios, en base -fundamentalmente- a los criterios de población y dispersión territorial. En este reparto no hay grandes discusiones desde que Santa Cruz de Tenerife reajustó sus censos inflados artificialmente durante la etapa Zerolo: ahora Santa Cruz recibe 15,5 millones frente a casi el doble -28,5- de Las Palmas de Gran Canaria. Pero nadie se queja: Las Palmas tiene el doble de población, y en total, en Tenerife isla se quedan cinco millones más que en la de enfrente. El sistema funciona gracias a la adopción de criterios objetivos desde hace años, y además ha permitido que el Gobierno regional controle las cuentas municipales y mejore su contabilidad. Lo único que aún renquea es la tesorería y el ahorro neto, pero se ha conseguido reducir el endeudamiento a largo plazo, la gestión de la recaudación y el esfuerzo fiscal de las corporaciones locales.

Mientras los ayuntamientos van haciendo sus deberes, la consejera Dávila no para de viajar a Madrid. Ayer se reunió con el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferré, para recordarle que el ministro -unas veces sí y otras no- se ha medio comprometido a favorecer graciosamente a Canarias por haber cumplido con el déficit. La consejera está muy orgullosa de haber cumplido, aunque eso tiene poco que ver con ella, porque viene de atrás, y tampoco es una noticia tan buena: al final, Canarias se pasó de frenada en este asunto, y dejó de gastarse más dinero del que habría sido necesario dejarse de gastar. Anda la Hacienda canaria haciendo los ajustes finos para demostrar que las desviación en el ahorro no es tan alta como se dijo -lo dijo la misma Hacienda- hace unas semanas. Pero eso es lo de menos, afortunadamente, aquí no hemos tenido muertos por dejar de financiar la vacuna contra la hepatitis, como ha ocurrido en Galicia, otra que se pasó en el control del gasto: ahora la consejera anda pendiente de las concesiones y canonjías que Canarias pueda obtener del Gobierno central por haberse portado como alumna aplicada.

Dávila pide que se recuperen -debiera ser algo obvio- las condiciones de 2015 del Fondo de Facilidad Financiera, de manera que Canarias pueda financiarse como antes con tres años de carencia y a un tipo cero. Y que se condonen 219 millones de deuda. Y que se modifique el sistema de financiación autonómico, permitiendo a Canarias acceder a los fondos de convergencia que hoy no se están consumiendo en su totalidad.

Pero yo creo que doña Rosa pierde el tiempo con tanto viaje a la Corte: no es difícil que Hacienda pueda comprometerse a "premiar" a las regiones cumplidoras. Lo difícil es que pueda hacerlo. Primero porque este Gobierno está en tiempo de salida, y además porque la preocupación fundamental de Montoro es meter en cintura a las regiones que no cumplieron, con otro ajuste de 10.300 millones.

Hasta que no haya nuevo Gobierno, Canarias sólo va a recibir promesas y buenas palabras. Al tiempo.