Ya sabemos cómo va a "castigar" el Gobierno a las autonomías que incumplieron los objetivos del déficit. Las va a premiar con una rebaja de 4.500 millones en los ajustes que tendrían que hacer durante este año. Dicho de otra forma, Hacienda va a repartir el colchón del déficit que ha conseguido de Bruselas entre el agujero de la Seguridad Social y el de las catorce comunidades que se pasaron el limite de gasto por el arco del triunfo. ¿Y a las que cumplieron? Una palmadita en la espalda, por ser buenos. El recorte de más de diez mil millones que se tendría que hacer este año va a ser de la mitad. Sencillamente porque Hacienda se enfrentaba a una rebelión fiscal de las comunidades autónomas.

El triste fin de fiesta de un periodo de cuatro años de ajustes y sacrificios es que cerramos el año pasado con un déficit del 5%. O lo que es lo mismo, que seguimos gastando bastante más de lo que ingresamos, por encima de los cincuenta mil millones de euros.

Lo cierto es que nos engañan como a tabobos. Cuando se dice que la deuda pública española ha superado el cien por ciento del PIB, algo más de un billón de euros, nos están contando un camelo. Una persona que pide un crédito de 60.000 euros y gana mil euros mensuales no puede ser tan rebenque de pensar que lo va a pagar en sesenta meses a razón de mil euros mensuales. Porque sencillamente es imposible. De lo que gana tiene que descontar lo que paga en agua, luz, transporte, impuestos y comida. Lo que le queda a final de mes -pongamos cien euros- es de lo que realmente puede disponer para pagar su deuda.

En el caso de España, la producción total de bienes y servicios del país es ese billón de euros. Pero lo que ingresa la Hacienda pública española sigue siendo inferior al gasto público, que en 2015 fue de 465.000 millones de euros. Tan inferior que nos pasamos en mas de cincuenta mil millones. O lo que es lo mismo, volviendo al caso del mileurista, como si el personaje para pagar los gastos de su casa y los intereses de su crédito con el banco la solución que adoptara fuese seguir pidiendo más crédito. Un suicidio a largo plazo.

El Gobierno de Mariano Rajoy justificó el flagrante incumplimiento de sus promesas electorales -en vez de bajar impuestos nos achicharró- colgándose dos medallas: haber evitado la intervención de una España al borde de la quiebra y poner en cintura el incremento del déficit y la deuda española. Una de las dos medallas es de latón, más falsa que Judas. Seguimos gastando más de lo que ingresamos.

Canarias, a todas estas, ha cumplido con el déficit mientras Madrid nos estrangulaba. Hemos sido la comunidad peor financiada del Estado. Nos hemos empobrecido más y hemos pagado más de nuestros propios bolsillos. En el próximo viaje a Madrid de alguien del Gobierno canario igual Montoro debería regalarle la medalla de latón.