"Tenía una sensación parecida a la de antes del primer Carnaval de Día, cuando nadie apostaba por algo así. Y creo que no me equivoqué. Espero que lo de hoy (por ayer) sea el inicio de un camino para consolidar esta iniciativa de domingo de mayo en el calendario anual de la ciudad". Así valoró el concejal de Planificación Económica de Santa Cruz, Alfonso Cabello, el Plenilunio de Primavera que, coincidiendo con el Día del Libro, celebró ayer la capital tinerfeña.

Trece escenarios, veinte representaciones escénicas y cientos de actividades para grandes pero, sobre todo, pequeños. Eso, en "lo macro" porque "lo micro" fue otra cosa. Por ejemplo, la valoración de Begoña, orgullosa madre de dos gemelos, Iván y Ángel, que en una plaza del Príncipe vacía, a eso de la una de la tarde, intentaban leer a media lengua parte de "Sensaciones", el cuento que les tocó "contar".

Muy cerquita, en Valentín Sanz, una decena de carpas intentaban atraer al lector de un libro, el que fuera o fuese, incluido Felipe, un "escritor en construcción" que llamaba la atención por su mensaje y por su "facha".

Mientras, un grupo de privilegiados accedía a la Casa de Carta -70 por hora- para presenciar la escenificación de piezas de grandes obras teatrales del Siglo de Oro.

En el parque García Sanabria, los perros de la exhibición canina llamaban la atención de grandes y sobre todo pequeños - "papá, cómo puede hacer que el perro ladre", decía un niño-. Todavía no ha llegado Gorgorito pero atraen esos furgones de comida que demuestran que por fin ha llegado el "american way of life" con más de 50 años de retraso. O "Le Good", el mercado vintage con una artesanía diferente. O Clavel Market, que aún en inglés se refiere al Clavel de toda la vida. Había vida ayer. Mucha vida, O sea, gente.

La gente que salió a la calle ante la llamada del buen tiempo. Porque el día amaneció encapotado y frío, con brisa. Pero a media mañana salió un sol "picón" y muchos acudieron a la llamada de la playa de Las Teresitas (no hay otra). Los mismos que por la tarde, de regreso, se pasaron por el centro. Un centro con restaurantes y terrazas llenos.

La cultura, a esas horas, buscaba refugio en lugares como el Museo Militar de Almeida, Allí, Juan Carlos enseñaba parte de sus tesoros a Néstor y Noemí. Les abrió un arcón, muy antiguo, lleno de monedas y ellos, con los ojos como chernes, le sacaron las fotos de rigor. Allí la jornada tomó forma entre exposiciones de material bélico, marcialidad, lecturas del Quijote -ahí estaba Cervantes, don Miguel de Saavedra, incluido en el paquete básico-. Todo de alto valor histórico, como el taller para conocer y valorar la escritura con pluma.

Padres, abuelos, hijos, nietos, parejas o "singles". La gente respondió en un día -como definió Alfonso Cabello- "bonito para Santa Cruz". La batucada de Bloko del Valle llenó la plaza del Príncipe y cerró una jornada a repetir.

Primavera, puerto, rambla, ... Todo eso une Santa Cruz y Barcelona. Desde ayer, se suma el libro. Faltan las rosas para el Sant Jordi chicharrero. ¿Por que no?