La diferencia entre la nueva temporada de Juego de Tronos y la nueva etapa del PP es que a Juan Nieve lo asesinaron los cuervos de la Guardia Negra en el último capítulo anterior mientras que José Manuel Soria no lo mataron las gaviotas: apoyó el pomo de su espada sobre el suelo y se abalanzó sobre ella, al modo heroico de los antiguos guerreros.

Más allá del Muro, los caminantes morados de Podemos se han aliado con las tribus de Izquierda Unida para comenzar un asalto de izquierdas que quiere hacerse con el trono de hierro. En política no funcionan las matemáticas y no es seguro que Garzón le permita llegar a los seis millones de votos. Pero sueña con eso y con devorarse los restos del comunismo español. En su retiro mental y su voto de silencio, Rajoy hace cuentas. El asalto a Desembarco del Rey de Pedro Sánchez acabó en un baño de sangre rosa y al registrador de la propiedad le parece que eso puede pasar factura. El tiempo ya ha pasado y es la hora de la batalla.

Las encuestas dicen que las elecciones de junio tendrán iguales resultados. Pero tras la experiencia frustrada de un voto de castigo que no ha servido para nada, aquí puede pasar de todo. Que mucho desertor vuelva a optar por el continuismo del PP o el reformismo moderado del PSOE. O que se consuma la ruptura con el pasado dándoles más a las a las nuevas fuerzas que invadieron el Congreso con rastas, tetas, niños, tatuajes y piercings.

Lo innegable es que la "nueva política" ha sufrido ya los devastadores efectos de un desgaste acelerado. Podemos se resiente sobrellevando graves enfrentamientos internos. Y aunque Ciudadanos ha evitado el alto grado de exposición mediática de sus antagonistas de viaje, también podría pagar parte del precio de las frustraciones de un pacto de gobierno imposible.

Pero además, la otra gran clave es si Pablo Iglesias podrá mantener sus alianzas electorales con los otros, las tribus de más allá del Muro que defienden el llamado "derecho a decidir", es decir, la ruptura del modelo de Estado. Las Mareas gallegas, En Comú en Cataluña y los valencianos de Compromís han comprobado que tener su propia voz en el Congreso -y sus propios grupos- puede marcar la diferencia entre crecer o diluirse. Y si quieren crecer lo harán dividiendo el voto de Podemos.

El invierno está llegando. Y no será igual. El rey ya no es un observador neutral y lejano. Por primera vez sabe que el trono está en juego. Si las tribus libres asaltan el Muro lo cambiarán todo, empezando por la corona. Las nuevas elecciones de junio de 2016 en España son una encrucijada entre dos caminos antagonistas: el continuismo o la ruptura. Algún día recordaremos que todo empezó a las puertas de este verano. ¿Y qué pasará? Me inunda una gran serenidad. Este pueblo nuestro cuando ha tenido la oportunidad de elegir entre varias opciones históricamente ha optado siempre por la peor. No esperen otra cosa.