Saben mis lectores que intento pasar de largo de la política, pero hay veces que uno tiene que tragarse tantas cosas absurdas y tantas barrabasadas que no queda más remedio que de vez en cuando salir a la palestra y dar su opinión sobre alguno de los elementos que pululan por organismos y ayuntamientos de pueblos de esta nuestra querida España. Me refiero evidentemente a alguno de estos compatriotas que desdicen representarnos y que están dando tanto brillo y esplendor al día a día. No voy a enumerarlos por salida a escena, sino por mi ocurrencia.

Al primero que mentaré será a "er Kiki", alcalde de la bella Cádiz, alias la Tacita de Plata, señor que se declara ateo convencido pero que acompaña a su madre a las procesiones, aunque claro, va como hijo, no como alcalde, que eso perjudica su ateísmo. Se presenta como hombre de Estado y acude a una reunión ante el honorable señor Picardo, gobernador de Gibraltar y enemigo acérrimo de España, que vive en nuestro país y disfruta de grandes prebendas y comodidades.

Otro tipo especial es el alcalde de Zaragoza, tan honrado y honesto que es incapaz de gastar dinero de su bolsillo para afeitarse, y lo carga en las arcas de su ayuntamiento como gasto personal, porque el hombre trabaja tantas horas que se ve obligado y considera que es un deber hacerlo.

¡Ay, esa Carmena!, que tantos titulares está dando y cada dos ocurrencias rectifica tres. Tiene la capital de España hecha unos zorros y no acierta en nada. Y eso que se profesión de juez la catalogaría como una persona muy recta, pero sus ocurrencias ya traspasan fronteras. Quiere cambiar el nombre del Valle de los Caídos por el de "la Paz y la Concordia", porque le molesta todo lo que olía a contienda entre españoles, lo que pasa es que ha cambiado nombres de ilustres de la historia de España en calles, avenidas o plazas, que nada tenían que ver con otra época desdichada, y cuando el dormido y olvidadizo pueblo ha protestado, lo ha vuelto a reponer y punto. ¿Qué pasaría en Santa Cruz si se quitara el nombre de calles o barrios dedicados a la buena obra del general García Escámez?

La alcaldesa de Barcelona se está ganando un artículo solo para ella. Esa misma que se opone a proporcionar a sus ciudadanos la posibilidad de ver los partidos de la roja en grandes pantallas, pues contaminaría su ciudad de españolitos alegres. La misma a la que han pitado cuando inauguraba la Feria de Abril, y la que no quiere ver ni en pintura a nuestro Ejército ni nuestra bandera que nos representa.

Por estos lares también tenemos a algún representante de las cortes generales digno de mención, como esa ilustre señora que ha solicitado nada más y nada menos la salida del Ejército de nuestras islas, y que por suerte fue rechazada su moción. Menuda la que pretendía armar Meri Pita, y muy buena respuesta a lo descabellado de su propuesta, de Francisco Pomares en su columna "A Babor". Espero que en las próximas elecciones este desagradable personaje desaparezca de la vida política y no tenga representación.

Parece mentira que existan políticos con estas ideas y no se den cuenta de que el moro siempre está al acecho, y que su cercanía en el mapa les permitiría tardar apenas unas horas en invadirnos. El Ejército es nuestro protector, y el mejor recurso para mantenerlos a raya y poder sobrevivir a un ataque; es el único que se salva en esta patria de tanta corruptela. Su integridad es total y el servicio que presta no se corresponde con lo mal pagado que está. Los españoles debemos colaborar para tener a los militares en el lugar que les corresponde, y siempre con respeto y admiración.

Un pequeño resumen de lo que acontece cada día y de las salidas de tono de algunos representantes. Ahora a enfrentarnos otra vez a unas elecciones, de las que espero desaparezcan muchos de los actuales políticos que no dan la talla para diputados del Congreso, y menos para ser presidente. Me temo que todos querrán repetir y que en junio volveremos al mismo punto, con enfrentamientos y nacionalismos que solo traen miseria.

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