Las decisiones de los colegiados han privado al Tenerife de sumar ocho puntos que le situarían cómodamente en posiciones de "play-off" de ascenso. Jugadores y entrenadores pretenden, con razón, evitar la psicosis arbitral porque "al final de la temporada te dan y te quitan". Pero los dos últimos encuentros, disputados ante rivales directos, han restado tres puntos que duelen mucho. Para empezar, porque cortan la trayectoria positiva del equipo. Pero además rebajan la ilusión generada en la Isla.

La realidad es que, analizadas las 36 jornadas, el Tenerife tiene motivos más que suficientes para quejarse por los arbitrajes. Hacerlo no conduce a nada más allá del desahogo, pero podría tener ocho puntos más si los encargados de impartir justicia hubieran cumplido con su labor de manera correcta. El cántabro Francisco Manuel Arias López fue el primero en cruzarse de esta manera en el camino blanquiazul. Dos penaltis inexistentes dieron aire a un maltrecho Zaragoza, en el que ya andaba discutida la figura de Ranko Popovic allá por la novena jornada liguera. Ni Raúl Cámara derribó a Ortuño (toca antes el balón) ni Dani Hernández a Ángel, que se dejó caer. En la protesta de este último fue expulsado Suso Santana, con lo que el daño se prolongó una semana más.

En la primera vuelta, también puede quejarse de dos penaltis no señalados a su favor la escuadra insular, ambos en el Heliodoro Rodríguez López. Valdés Aller no vio un claro empujón del grancanario Deivid a Jon Aurtenetxe cuando el marcador del Tenerife-Córdoba estaba en tablas. También se reclamó, una semana más tarde, un claro derribo de Pere Pons a Vitolo dentro del área. López Amaya, que sí expulsó justamente a Javi Álamo poco más tarde, no vio la infracción.

Se quejaron los blanquiazules y, durante algunas jornadas, se calmó la marea de decisiones arbitrales. Pero de nuevo en el coliseo capitalino, esta vez contra el Numancia, Eiriz Mata iba a colaborar para que el resultado se quedara en empate. Pudo haberlo deshecho un penalti de Valcarce a Suso que no decretó.

En ese teórico equilibrio, llegó por fin un claro error que benefició al Tenerife. Recibió el regalo en la jornada 32, puesto que el único tanto ante el Lugo fue conseguido por Suso Santana en claro fuera de juego. El asistente de Cordero Vega no levantó el banderín. Pero poco dura la alegría en casa del pobre y la doble visita a Córdoba y Girona ha vuelto a saldarse con dos decisiones controvertidas y perjudiciales. En el Nuevo Arcángel, Pérez Pallas se cruzó de nuevo con el conjunto tinerfeño al invalidar un gol de Razak en propia puerta sin razón aparente. La falta, colgada al área por Javi Lara, no vino seguida de fuera de juego u otra infracción que se le parezca. Pero el 0-1 no subió al marcador.

El pasado domingo en Montilivi, otro error grueso. Pero técnicamente más grave. Ni Areces Franco ni sus asistente se percataron de que, entre Dejan Lekic y la portería, solo se encontraba Carlos Ruiz. Dani Hernández, que estaba fuera de ella, situaba en posición adelantada al balcánico. El gol de la victoria del Girona debió, por tanto, ser anulado.

El balance recoge ocho puntos menos para el cuadro que dirige José Luis Martí, los diez que le han restado y dos que sumó injustamente contra el Lugo. Pero no hay marcha atrás. Quedan seis jornadas y los jugadores tinerfeñistas solo piden, como escribió Javi Lara en twitter, justicia: "No me des, pero tampoco me quites".