Hace 10 años , un grupo de mujeres, de las que creen que la realidad se puede transformar, y que a la vista de las desigualdades injustas existentes se debe transformar, decidió construir una asociación, Contramarea, que "apuesta por un feminismo incluyente que, respetando las diferencias, reconoce el valor supremo del principio de igualdad", luchando contra la marea de desigualdad que nos inunda.

La sólida base patriarcal sobre la que se ha construido durante siglos nuestra cultura hace que la misoginia sea el aire que respiramos, porque la misoginia en estado puro, que es el estado gaseoso, inunda todos los ámbitos de la vida. Tal es así que se interioriza como hecho natural del que participamos de forma inconsciente, como de forma inconsciente respiramos. Y por esta razón no se advierte que la infravaloración intelectual y moral de las mujeres, incluso el desprecio o la aversión hacia ellas, está generalizada e invade todos los ámbitos de la realidad, y que forma parte de las identidades, significados y reglas en que las personas somos socializadas y que contribuyen a reproducir y perpetuar la desigualdad injusta.

Sin embargo, no es muy difícil tomar conciencia de la desigualdad. Nos basta con pasar, en cualquier contexto en que nos movemos, la prueba del algodón de la igualdad, la prueba de las tres equis.

-La equivalencia, es decir, que las mujeres y los hombres valemos lo mismo y se nos considera así en todos los ámbitos de la vida. Somos iguales en dignidad y derechos, y no se puede excluir a nadie de los derechos humanos y libertades que se predican de todos los seres humanos.

-La equipolencia. Las mujeres y los hombres tenemos igual poder. Por tanto, intervenimos en la toma de decisiones, en todos los ámbitos, en pie de igualdad.

-Y la equifonía. Tenemos igual voz. La palabra de las unas y de los otros, en todos los ámbitos, tiene el mismo crédito. Se oye y respeta de igual manera.

Pocas veces veremos limpio el algodón, si abrimos los ojos, ya sea a la vida cotidiana, ya a la realidad global de nuestro mundo.

La Asociación Contramarea sabe, como sabemos en el fondo todas las personas, que la realidad en que vivimos es una construcción social, fruto de decisiones humanas que se podrían haber ido tomando desde otras bases bien distintas y que también en el presente podemos tomar en una forma diferente. Sabe, en definitiva, que la realidad es transformable, y se ha puesto a trabajar de manera constante y sostenida porque entienden que el feminismo es un "movimiento de transformación social estructural que contribuirá a la creación de sociedades democráticas, plurales y diversas en las que se respeten los Derechos Humanos como marco ético fundamental".

Las mujeres de Contramarea son un testimonio de trabajo de fondo: de investigación, formación, diálogo y difusión. A estas mujeres que, pese a sus dobles o triples jornadas de trabajo, han sabido permanecer, felicidades en su décimo aniversario y mi deseo de que podamos seguir celebrando con ellas muchos cumpleaños más, porque, parafraseando a Brecht, no solo son buenas, mejores o muy buenas, sino imprescindibles. Gracias por el buen hacer y ¡ánimo!