"Tal y como está esto es un peligro para los viandantes. Y por aquí pasa mucha gente, entre ellos niños". Esa es la advertencia que hace una de las propietarias de los tres comercios que ejercen su actividad en el edificio Benavides XXIII, en la confluencia de las calles Benavides y Pérez de Rozas.

Se refiere con ello a la caída de cascotes de la fachada del inmueble. La última, y más grave, se produjo en septiembre de 2015, y por ella acudieron al lugar los efectivos de bomberos. "De milagro me salvé", relata.

Sin embargo, y a pesar del tiempo transcurrido desde entonces -siete meses-, esta comerciante denuncia que no se han tomado las medidas de seguridad necesarias para evitar cualquier desgracia.

Según cuenta, la comunidad de propietarios estaba obligada a asegurar la fachada tras lo ocurrido en septiembre -los comercios permanecieron cerrados tres días-, pero solo se ha puesto malla en un parte; la otra continúa abierta.

Es más, asegura esta comerciante que la comunidad de propietarios del edificio ha sido sancionada por este motivo por el Ayuntamiento de Santa Cruz, extremo que, sin embargo, no fue posible confirmar con la Gerencia de Urbanismo.

A la preocupación por la falta de medidas de seguridad, la afectada añade además que la empresa que, en teoría, iba a encargarse de los trabajos de reparación de la fachada ha comenzado, desde hace dos semanas, a retirar parte del andamiaje que había instalado por fuera del edificio, decisión que ella vincula a la falta de acuerdo con la propiedad del inmueble.

Esta circunstancia, asegura, ha aumentado la peligrosidad, pues existen "huecos" entre las partes de la estructura metálica que aún permanecen en la acera por los que se pueden colar cascotes caídos de la fachada.

Y aunque no fue posible conocer la versión de la empresa que ahora gestiona este inmueble, en una conversación con la comerciante afectada esta manifiesta que "los tiempos de ejecución se deben a causas totalmente ajenas a nuestra gestión".