Tal vez pasan desapercibidos para gran parte de la sociedad. Es más, seguro que muchos desconocen su labor. Pero ajenos a ello, siguen fieles a su deber como servidores públicos, tratando de salvar vidas, cuando toca, desde detrás de una pantalla.

Dieciocho controladores -al margen de otro personal-, divididos en tres turnos, velan, las 24 horas del día y los 365 días del año, por la seguridad de todos aquellos que se hacen a la mar y controlan los movimientos de cuantos barcos estén en su área de influencia. Esas son algunas de sus muchas atribuciones.

Forman parte del Centro de Control de Salvamento Marítimo de Tenerife (CCS), uno de los 19 puntos de control de estas características que hay en España. A ellos se suma el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento. Junto al de Las Palmas vigilan un millón de metros cuadrados, el área que comprende la Zona Sar Canarias (2/3 del total asignado a España).

En concreto, el centro de que desde hace 10 años dirige Dolores Septien, controla 370 millas al Oeste y 170 millas al Norte de La Palma, y 510 millas al Sur de El Hierro. Una superficie enorme que, sin embargo, se trata de atender con la mayor rapidez posible. Por ello, la coordinación entre organismos resulta "fundamental" en estos casos. Cuestión que Septien valora y destaca. "El principio de coordinación que existe y las relaciones son exquisitas", recalca.

No es para menos cuando, en gran parte de las ocasiones, hay vidas humanas en juego. Esas suelen ser las emergencias más frecuentes que tienen que atender los profesionales del CCS Tenerife. El pico mayor de actuaciones lo registraron en 2006, coincidiendo con la mayor crisis de cayucos llegados a las costas de las Islas. Fueron 450 emergencias atendidas. Era un no parar.

A partir de entonces, la media descendió, pero casi siempre se ha mantenido cerca o por encima de las 300 cada año. Cetáceos a la deriva, ausencia de noticias de quienes han salido al mar, evacuaciones a hospitales e, incluso, lucha contra la contaminación marina son algunas de las emergencias tipo que deben atender. Unas con más peligrosidad que otras, pero todas con la misma profesionalidad. "Cada emergencia tiene un protocolo", precisa.

Se atienden con los medios que hay dispuestos en tierra. En total, entre los centros de Tenerife y Las Palmas, dos remolcadores; una patrullera; 10 salvamares; tres lanchas de salvamento conveniadas con Cruz Roja; un avión; y dos helicópteros.

Y, en la mayor parte de las ocasiones, son los propios usuarios del medio marino quienes dan la primera alerta. Otras llegan a través de servicios como el 112. De ahí el énfasis de la jefa del CCS Tenerife en la coordinación.

Además de ello, el centro tinerfeño se encarga de la gestión del tráfico marítimo de la Zona Marítima Especialmente Sensible de Canarias (ZMES), una labor más rutinaria pero de vital importancia para que se respete la protección ambiental que existe sobre esa zona. "Fue dura la negociación para lograr estas medidas", recuerda Dolores Septien. No hay que olvidar que el Archipiélago -y su contorno- es lugar de tránsito de muchos buques que transportan todo tipo de mercancías.

Y tras diez años en la jefatura, más otros diez como controladora, a Septien se le acumulan los recuerdos de las emergencias atendidas. Sin embargo, tanto ella como quienes trabajan en el CCS Tenerife tienen dos fechas grabadas: el 31 de marzo de 2002 y el 8 de julio de 2006.

El primero de ellos, Santa Cruz sufrió la mayor inundación de su historia. "Fue un día duro. La imagen del puerto era dantesca", recuerda. En el segundo fallecieron en acto de servicio varios compañeros, en un accidente de helicóptero que se produjo en las costas de Anaga. Aún hoy se emociona al hacer referencia a los hechos. Al fin y al cabo, y aunque su labor se desarrolla en una oficina, tienen grabado a fuego que el componente humano no puede quedar en el olvido.