La Universidad de La Laguna quiso demostrar ayer que tiene los pies en la Tierra y la mente por encima de las nubes. El centro invistió doctores Honoris Causa al "dibujante" de zapatos Manolo Blahnik y al prestigioso físico Juan Esteban Beckman Abramson en una emotiva ceremonia en la que se alabaron sus logros y la pasión que los ha convertido en referentes internacionales de la moda y la astrofísica. El primero, palmero de nacimiento, es, probablemente, el zapatero más prestigioso del planeta; el segundo, un astrofísico originario de Inglaterra y desconocido para el gran público que lleva 30 años contribuyendo a que el Instituto de Astrofísica de Canarias mantenga su liderazgo a nivel mundial. Ambos, de una forma o de otra, han ayudado a colocar a Canarias en el mapa internacional.

El rector de la Universidad, Antonio Martinón, no ajeno al debate suscitado en torno a la concesión de estos galardones a eminencias tan dispares, explicó en su discurso que aunque las trayectorias de Beckman y Blahnik pueden parecer a priori alejadas -moda y astronomía-, hay más aspectos en común de los que saltan a primera vista. "Ambos usan el mismo método: uno observa el arte y la naturaleza más cercana y luego llega al gran público a través de sus zapatos; el otro, en cambio, fija su atención en la mirada al cosmos y luego formula la teoría científica, que acabará siendo publicada en una revista y difundida entre sus colegas", argumentó. "Los dos son admirados por muchos porque su obra es valiosa".

Sus historias, además, presentan coincidencias curiosas. Blahnik nació en La Palma, pero decidió instalarse en Londres para "llegar" al mundo entero. Beckman, en cambio, es un inglés con una trayectoria consolidada que en 1984 aceptó ser el coordinador de Investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Vino con la intención de quedarse dos años, pero nunca se fue. La explicación para que cuando se acabara su primer contrato decidiera quedarse como profesor invitado fue el contagioso entusiasmo que le demostró aquella generación de jóvenes investigadores. Recuerda aquellos años inmediatamente posteriores a la llegada de la democracia con la nostalgia de quien ha visto de cerca el efecto de la pasión compartida y no quiere que desaparezca jamás. Ninguno de sus estudiantes anteriores "tenía el elemento de entusiasmo de los jóvenes residentes del Instituto de Astrofísica de Canarias que llegaron durante los años 80, y quienes, a su vez, estimularon mi propio entusiasmo". El primero de ellos, Rafael Rebolo, es hoy el director del IAC, lo que es un motivo de orgullo para Beckman.

Su llegada no solo cambió su vida, sino que fue un hito para la Universidad y para el propio IAC. Beckman tenía ya entonces una formación y una experiencia amplísimas que quedaron plasmadas en las nuevas líneas de investigación que introdujo en la institución. Como recordó ayer Teodoro Roca, su padrino en la ceremonia, todavía hoy es uno de los seis astrónomos más "envidiados" en la comunidad científica: en 1973 formó parte del equipo que observó el eclipse total de sol más largo de la historia, durante 74 minutos. Utilizaron el prototipo del avión supersónico Concorde que salió desde el aeropuerto de Gando (Gran Canaria) y "persiguió el Sol" a lo largo de la trayectoria del eclipse durante hora y cuarto.

Ese tesón y esa necesidad de descubrir que no han dejado de latir en su interior hacen que todavía hoy siga transmitiendo amor por el simple hecho de saber. Ayer recordó cómo cuando tenía tres años le preguntó a su madre qué eran aquellos puntos de luz que salpicaban el cielo de Leeds, más oscuro de lo normal por las restricciones del alumbrado a las que obligaban los bombardeos nazi. "Son las estrellas", le respondió ella. Fue el principio de un idilio que nunca se marchitó y que se transformó en una devoción científica "humilde", porque con la ciencia, dijo, no puede ser de otra manera. La insignificancia del hombre ante la inmensidad del universo la demostró así: "Una falacia común sobre el método científico es que la ciencia busca la verdad. No es así. La ciencia pretende ofrecer la descripción más completa posible de un campo de estudios. La tarea de un científico experimental, como es mi caso, no es elogiar estas teorías, sino intentar derogarlas. No buscamos la verdad, sino la minimización de la falsedad".

La trayectoria de Blahnik tiene poco que ver con perseguir estrellas, pero sí se parece en la idea de ir detrás de un sueño durante toda una vida. "No soy físico, ni matemático ni historiador, ni profesor; no he estudiado ninguna de las ilustres ocupaciones cuya formación se adquiere en las universidades", dijo ayer. Pero, así y todo, "mi trabajo" también comienza en "la observación". "Soy adicto al arte y me encanta la naturaleza. Cuando observo eso diariamente me imagino esas formas, esos colores y texturas en mi obra,". El segundo paso es "la creación de esos zapatos que ya circulan por mi mente, plasmándolos en papel con creyones y colores de tinta china. Este trabajo requiere un gran esfuerzo, pero me fascina", contó.

A pesar del valor que confiere a un oficio que en su caso es considerado por muchos como una obra de arte, Blahnik admitió no comprender la razón de la condecoración universitaria. "Aunque agradezco infinitamente esta distinción que se me hace, realmente no alcanzo a entender esta generosidad, ya que mi oficio es el de dibujante de zapatos; carezco, por tanto, de méritos que puedan avalar tan alto honor", dijo en un escueto discurso. Su madrina, la profesora Josefina Rodríguez, se extendió bastante más y no escatimó en elogios durante la "laudatio".

No es la primera vez que su tierra le rinde honores. Fue distinguido con la Medalla de Oro de Canarias en 2013. Además, ha recibido numerosos premios tanto en Estados Unidos, como en Reino Unido y en España. A pesar de la popularidad de sus "manolos", este "artesano", como le gusta denominarse, insiste en que no le gustan las promociones, que le cansa viajar por el mundo y conceder constantemente entrevistas y dar ruedas de prensa. En otras palabras, le cansa "dar a conocer su trabajo", pero lo hace porque "es la forma de hacer llegar los diseños y colecciones a la gente". Ese esfuerzo promocional lo sustituiría por contar con más tiempo para "la observación de la realidad, de la naturaleza" y el diseño de sus zapatos.

Y justo ese interés por seguir descubriendo y disfrutando de su pasión es otro aspecto que también lo acerca a Beckman. Como dijo Antonio Martinón en el acto de ayer, ambos "se convierten en creadores a través de un complicado proceso de imaginación y audacia intelectual (..); son artesanos del arte y de la ciencia".

"Canarias podría abastecerse solo de energías renovables"

El físico Juan E. Beckman es un firme defensor de las energías renovables y de su viabilidad en la actualidad como alternativa a los recursos fósiles. El laureado profesor valoró la iniciativa desarrollada en El Hierro y subrayó que Canarias podría ser 100% renovable. "No mañana, porque hay que solucionar problemas técnicos de almacenamiento, pero podrá ser real en unos años", dijo. Para el experto, esta apuesta es clave no solo desde el punto de vista medioambiental, sino, también, desde la perspectiva económica, ya que permitiría que el Archipiélago no dependiera del exterior. Para lograrlo, a medio o largo plazo, hay que hacer una apuesta real por el conocimiento. "En España y en Canarias se invierte muy poco en ciencia, tanto en la básica como en la aplicada", lamentó.

El compromiso de este docente e investigador va mucho más allá de la astrofísica. Desde 1968 pertenece al International Institute for Strategic Studies, así como a la Pugwash Conferences for Science and World Affairs desde 1970, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1995. Fueron capaces de demostrar que la inspección de las pruebas de armas nucleares es técnicamente posible mediante métodos remotos, es decir, sin necesidad de recurrir al espionaje, lo que sirvió para convencer a los líderes de las principales potencias nucleares de la utilidad de la implementación de un tratado de prohibición de este tipo de pruebas.

Además, es presidente y fundador de la ONG Tecnologías en Desarrollo, una entidad que instala dispositivos de energías renovables en la Bolivia rural. Su metodología más representativa es la producción de biogás, utilizando un biodigestor con tecnología propia muy sencilla y barata que se nutre de estiércol y agua. Con él una familia del altiplano con tres vacas puede producir toda la energía necesaria para cocinar e iluminar sus casas. La Universidad de Cochabamba (Bolivia) le concedió en 1999 el Honoris Causa por los servicios prestados a la universidad y a la sociedad boliviana.