En días de crisis no es demasiado frecuente embarcarse en dos proyectos tan ambiciosos como los que acaba de presentar el cantautor guimarero. Pedro Guerra (1966) está de estreno. "Arde Estocolmo" y "14 de ciento volando de 14" llegan cargados de buena música, de canariedad y poesía, de un ciclo creativo álgido en el que hay margen para mirar por el retrovisor. "En mi disco existen detalles musicales que me trasladan a los años vividos en Taller Canario", asegura.

¿No le parece que sacar dos discos simultáneamente en los tiempos que corren es un exceso?

Esto ha sido una bonita casualidad; una casualidad propiciada por una confluencia en el tiempo justo cuando estaba trabajando los sonetos de Sabina y, a su vez, quería sacar mi disco. Los proyectos eran perfectamente compatibles y si encontraba un apoyo por parte de la discográfica, igual los podíamos sacar a la vez.

¿Esa compatibilidad de la que habla se dio por los distintos niveles de participación que tiene en "Arde Estocolmo" y en "14 de ciento volando de 14"?

Sí... Yo no sacaba disco propio desde 2011. En medio estuvo "30 años", pero ese era un proyecto de aniversario. En el de Sabina me impliqué en la música y en los arreglos, pero las voces las pusieron otros...

Es una apreciación personal, pero "Arde Estocolmo" está inundado de guiños canarios, ¿fue así desde su nacimiento, es decir, sabía que ese era el recorrido sonoro que le quería dar a este disco?

Nunca tuve dudas de que ese era el camino que tendría que tomar "Arde Estocolmo". Por primera vez en mi vida había decidido trabajar en solitario para tener el control del proyecto, dominar las letras, la producción, la instrumentación, los arreglos... Esa capacidad para elegir su futuro fue la que me dio la libertad de centrar el álbum en torno a una idea muy sólida: buscar una percusión a través del elemento canario concentrado en las chácaras y el timple.

¿En este proyecto casi se convierte en un "hombre orquesta?

Yo decidí tocar unos cuantos instrumentos, de los cuales en absoluto y muy de lejos no soy nada virtuoso. Debo confesar que toco muy poquito ese montón de instrumentos que suenan en "Arde Estocolmo" (silencio)... De todos los instrumentos que toco me interesaba únicamente su sonoridad, no hacer florituras con ellos.

¿Ese era un riesgo controlado?

Mi único propósito era utilizar esos timbres y colores para dar unos toques o pinceladas a la música... Esos instrumentos me ayudaron a desarrollar las ideas que tenía en mi cabeza, pero siempre desde la sencillez porque yo no los domino. La guitarra un poquito más que el resto, pero nada más...

¿Pero no deja de ser bastante sorprendente llevar "Lobos" o "Arde Estocolmo" a esa microlocalización tan canaria?

Esas dos canciones están construidas, mucho más en el caso de "Lobos", sobre un universo canario cien por cien.

Además de ese regreso a sus raíces, en su álbum en solitario se percibe un minimalismo en la risa de una niña, en el aleteo de una paloma que retoma el vuelo, en el agua que parece correr por un riachuelo...

Usar esos efectos de sonido era algo que ya ocurrió en "Ofrenda" y que ahora recuperé en "Arde Estocolmo". Sí. Todo el concepto es bastante minimalista. En algunos casos se puede usar sin ningún tipo de ofensa el concepto de artesano.

¿Lo que no se ha perdido en referencia a otros trabajos es su mestizaje sonoro?

Ese concepto está muy presente desde el primer al último minuto del disco. Sobre todo, en el caso de "Arde Estocolmo". En el disco de Sabina mi cometido era mostrar las canciones y que estas fueran interpretadas por los artistas. Son dos conceptos muy distintos.

¿Todo esto no se hubiera materializado sin la existencia de un periodo creativo floreciente?

Yo soy muy trabajador... Eso sí que lo tengo que decir: dedico un montón de horas a mi oficio y siempre estoy buscando algo nuevo...

¿Sí, pero en el trabajo también se necesita ese dosis de inspiración y de buena suerte?

Sin esas dos cosas no es difícil llegar lejos... Sí. Supongo que he tenido que atravesar por un buen momento creativo. De no ser así todas estas canciones no existirían, pero creo que el trabajo también influye mucho...

¿Qué tienen de distintos estos discos con respecto a los anteriores?

Siempre hay un poco de todos los anteriores, pero en estos dos discos invertí todo lo que aprendí y sé.

¿Escuchando sus reflexiones es fácil pensar que existe una enorme profundidad musical?

Mi carrera artística es diáfana; yo no he creado muros a medida que escribí una canción o grabé un álbum. En mi disco hay detalles musicales que me trasladan a los años vividos en Taller Canario. En realidad, canciones como "Arde Estocolmo" ya las hacíamos en esa etapa...

¿Este es un Pedro Guerra menos reivindicativo y sí más íntimo?

No lo sé... Yo creo que tiene un poco de todo. Por un lado es un disco bastante optimista. Lo político-social pesa algo menos en estos trabajos, aunque también tiene su pequeño espacio.