En lo mismo, pero de nuevo. Parece que fue ayer, y es porque fue ayer (o anteayer): otra vez los partidos en las calles haciendo bulla. Rajoy se personó en Málaga para ser aclamado por un centenar de vecinos presuntos, supongo que previamente seleccionados como claque. Salió el hombre en loor y olor de multitudes (ahora puede decirse de las dos maneras, gracias al patrocinio de Rexona), y parece (lo cuenta la agencia Efe) que al señor presidente en funciones le pidieron muchos autógrafos y ''selfis'' y "los niños le besaron" y "los comerciantes le agasajaron" (textual en el suelto de agencia) y todos le aplaudieron a rabiar.

A Pedro Sánchez no sé si le aplaudieron tanto, porque el otro suelto no lo cuenta y en la tele no lo vi, pero el hombre se dio el gusto de ir a Móstoles, feudo podemita, y ponerse de perfil y recordarnos cuánto se parece a Adolfo Suárez, aunque dudo mucho que la mayoría de sus votantes se acuerden de quién era ese Suárez al que Sánchez quiere parecerse. Remedando al de Ávila, el secretario general dijo "puedo prometer y prometo, decencia. Puedo prometer y prometo, diálogo. Puedo prometer y prometo, dedicación". No es que sea mucho compromiso para uno tan empeñado en prometer tanto, pero Sánchez se quedó tan pancho y feliz, como si hubiera hablado para los libros de historia. Uno debería sacar del baúl de los recuerdos la opinión que en el PSOE tenían de Suárez cuando Suárez andaba prometiendo democracia a los ciudadanos... por cierto: porque era el único que en 1976 tenía acceso a la tele para poder hacerlo.

Algo tienen estas nuevas elecciones, que después del fiasco de las pasadas, parece que tienen ganas de convertirlas en una suerte de remedo de las de la Transición, rescatando cosas que aquí no se veían desde entonces, como baños de multitudes, discursos de difuntos o momentos históricos. Julio Anguita, por ejemplo, se presentó el otro día por sorpresa en un mitin de Pablo Iglesias en su Córdoba del alma para proclamar su "ahora o nunca" de la izquierda a la izquierda del PSOE, entre lagrimillas emocionadas de Iglesias y el pasmo de Echenique, que estaba el hombre a su rollo cuando llegó el viejo califa rojo y le dejó con la palabra en la boca. Fue el de Anguita, dicen que improvisado y todo (aunque el tío se agarró al micro nada más llegar), un buen discurso de esos del tiempo de la pinza: reclamó la unidad de Podemos e Izquierda Unida, y las Mareas, y las asociaciones y los clubs colombófilos, para hacer posible la fórmula del ''sorpasso''. Y la gente de Podemos le aplaudía más a rabiar que los malagueños a Rajoy, que ya es aplaudir. No consta que los niños quisieran besarle, aunque Iglesias sí lo hizo. Errejón no estaba.

Y en Canarias, una hora menos, el sábado se reunieron en la calle Galcerán para bendecir a Ana Oramas y endosarle al alcalde Bermúdez de compañero de viaje en las elecciones. No han dado aún ningún mitin, quizá porque no han tenido tiempo, pero en Coalición llamaron a los periódicos para decir que la elección de Bermúdez refuerza a Ana Oramas. Puede ser, pero yo creo que lo han puesto (a Bermúdez) para ahorrar en cartelería, que ahora parece que es de lo más importante gastar menos en campaña. Y ahora pueden hacer los carteles de campaña cuadrados, que se ahorran hasta un tercio en papel e impresión, y meterlos a los dos juntos de pie en la misma foto.

Y de Ciudadanos no sé nada. Creo que Rivera andaba ayer celebrando la victoria del Barsa en la Liga. Porque todos tenemos nuestro corazoncito...