Algunos pronosticaron su caída en el Real Valladolid, pero Javi Moyano sigue a lo suyo. No hace ruido, pero juega siempre. O casi siempre. Pese a la irregular trayectoria blanquivioleta y que llegó con la temporada casi empezada, vuelve a la Isla con la etiqueta de titular. Justo para medirse con el equipo en el que jugó 120 veces, siempre como titular. Lo hace con la incógnita de su recibimiento, pero le gustaría que fuera bueno.

Tendría este fin de semana marcado en rojo.

Para mí es una semana diferente. Por todo lo que conlleva volver a Tenerife y por la cantidad de emociones que voy a sentir cuando esté en el Heliodoro. Somos profesionales y me debo al Valladolid. Voy a luchar por mi interés, pero va a ser extraño.

Ya vio lo que era en la primera vuelta, pero en el Heliodoro...

Al final el jugar contra el Tenerife siempre va a ser diferente. En el Heliodoro más aún porque viví años muy bonitos con esa camiseta. Tengo amigos y conocidos.

¿Qué recibimiento espera?

No lo sé. Soy consciente de que mi salida fue un poco caótica por lo rápido que se produjo y lo inesperado. Cuando pienso en ello, me gustaría que me recibieran bien porque allí me he sentido como en casa. Pero entiendo que haya gente que no entendiera el movimiento de mi salida. Me merece todo el respeto lo que hagan y lo voy a acatar.

No fue tan precipitado. Llevaba tiempo pensándolo.

Hubo semanas en las que valoré esa posibilidad, le di vueltas con mi familia y el interés real del Valladolid precipitó todo. El proyecto de intentar ascender a Primera me llamó la atención. Fue una decisión difícil y meditada. Había muchos lazos que me unían al club y a mis compañeros.

¿Pero fue solo lo deportivo?

Creo que fue un conjunto. No puede ser todo interés económico o solo interés deportivo. Uno se mueve por sensaciones, por intuición. Como cuando decidí ir al Tenerife, que era un histórico que estaba en Segunda B. Fueron sensaciones, el tiempo que llevaba en la Isla. Había jugado muchísimos partidos, incluso más de los que imaginé. Algo hice bien para jugar 120 partidos. Fue un cúmulo de cosas.

¿Le sorprendió que el club afeara su salida?

Alfonso (Serrano) tenía su opinión. Era la postura del club, que es lo que tiene que defender. Como jugador jamás diré ni una mala palabra hacia nadie que esté vinculado con el CD Tenerife. No quería polémicas con el entorno. Pero tengo claro cómo fue todo.

Un capitán que se va a unos días de empezar la Liga...

No dejé tirado a nadie. Javi Moyano, dentro de lo que es el Tenerife, es una pequeña piedra. Estaba muy involucrado con el club y con los diferentes proyectos que se habían iniciado. Por mi forma de ser creo que es la mejor manera de actuar. Quizás noté que esa entrega no era recíproca. Noté que mi salida tampoco era un problema para algunos del club. Pero me fui agradecido al presidente, a Juan Amador, a mis compañeros...

¿Qué le ha pasado al Valladolid?

Haciendo un análisis a grandes rasgos, creo que se define con los tres entrenadores que hemos tenido. Eso explica que las cosas no han ido bien. La Segunda es una categoría de dinámicas. Por la igualdad que hay, no hemos estado a la altura. Tampoco hemos tenido paciencia. Igual queríamos ascender antes de mayo. Ha sido un año irregular.

¿Y al Tenerife?

Siendo sincero, al principio no lo vi bien. No daba la seguridad que transmite a día de hoy. Yo conocía a la gente que había y sabía que a poco que volviera el orden se convertiría en un equipo sólido. La llegada de Martí fue un acierto. Ahí están los números. Lo hablo con compañeros, incluso de Valladolid, y para mí era un claro candidato a estar arriba. He visto todos sus partidos y lo que me transmitía era muy bueno. Tiene jugadores determinantes en todas sus líneas, pero es verdad que ahora se le ha complicado la cosa.

¿El del sábado será un partido de postemporada?

Dos o tres posiciones más arriba o abajo aportan ingresos para los clubes. Por eso no podemos tomárnoslo a la ligera. Hay que acabar bien la temporada.

No vaya a pasar como con las siete fatídicas jornadas de la "era Cervera".

Creo mucho en las dinámicas y los niveles de confianza. Acabar mal lastra. Es importante acabar bien e ilusionar a la gente de cara al próximo curso.