La ministra de Fomento del Gobierno de España les dijo a los ciudadanos canarios que el certificado indígena -llamado "de residencia"- ya no era necesario. Que podríamos ir a los aeropuertos armados del documento nacional de identidad, carné obligatorio y de pago por el que en este país se acreditan los datos de la persona que lo lleva. Pero no es así. Muchos viajeros han comprobado tristemente en sus dolidas carnes que una cosa es lo que dice la ministra y otra muy distinta la realidad. A veces si no tienes el certificado no viajas. El DNI no vale un pimiento. Por los viajeros canarios, en ese terreno, ha hecho más Binter que Fomento.

El precedente no anima a creerse que el Gobierno de España va a poner más dinero para hacer compatible una tarifa plana en el precio de los billetes del transporte aéreo en Canarias con las ayudas de descuento por residencia y la obligación de servicio público de las compañías que operen en Canarias; que son una. Y tampoco ayuda que en otra campaña electoral pasada, el partido que luego gobernaría, el PP, prometiera reducir el impuesto sobre las rentas del trabajo en Canarias en un 20%, promesa que luego olvidaron completamente para que se lo podamos recordar una y otra vez con el despecho de los amantes traicionados.

Hay dos maneras de hacer que un mercado funcione. La primera es permitir, fomentar y apoyar la libre competencia. Que las empresas luchen por conseguir clientes en base a tarifas competitivas. Canarias ha pedido inútilmente la quinta libertad aérea, es decir, la posibilidad de que las islas sean un enclave aeroportuario desde el que las grandes compañías puedan operar viajes entre diversos países. Pero eso va contra los intereses de Madrid, que quiere seguir siendo el ombligo aeroportuario de España, así que reiteradamente nos han contestado que naranjas de la China.

La segunda manera es la intervención pública. Poner dinero de todos los ciudadanos para subvencionar los costos operativos de una compañía de tal forma que el precio final a los usuarios esté por debajo de las tarifas reales.

En el caso de Canarias el mercado siempre ha estado intervenido. Tanto en los viajes interiores con las comunicaciones con Península. El resultado final es que hoy es posible conseguir vuelos más baratos a Europa que a Madrid. No siempre y según las fechas que se busquen, pero con cierta frecuencia. Y ello es porque con los destinos europeos existe la competencia de muchas líneas que acarrean el turismo.

El transporte aéreo entre las Islas y de las Islas hacia el exterior puede mejorarse con más dinero o con más sentido común. Lo primero siempre será más precario que lo segundo. El que sigamos subvencionados no significa que nos olvidemos de hacer todo lo posible para conseguir un mercado más competitivo y eficaz. Y menos dependiente. Aún con las ayudas, los precios de los vuelos canarios son un escándalo y en determinadas fechas un robo a mano alada, y eso no se va a arreglar con lentejuelas electorales. No se lo crean.