La que hoy termina no ha sido una buena semana para la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. Además de conocerse que el abandono escolar en las Islas ha vuelto a subir, pese a bajar la media nacional, y anunciarse un recurso contra la oferta pública de empleo llevada a cabo por este departamento en 2015, lo que afectaría a los 900 docentes que aprobaron dicha prueba, estos días se ha visto inmersa -aunque sus responsables han preferido mantenerse al margen- en las irregularidades detectadas por la Policía Local de Santa Cruz a una empresa que suministra comida a colegios de Tenerife. Un caso que, en principio, es un hecho aislado, pero que ha generado bastante preocupación entre los padres, entre otras razones por la falta de información aportada desde la citada consejería, que hizo mutis por el foro desde el primer día. Hubiera sido mejor para todos que la titular de Educación, tras recabar los datos necesarios, hubiera comparecido para dar una explicación de lo ocurrido, tranquilizar a los afectados y, sobre todo, dejar claro que sí existe un control sobre esta actividad, pues, visto lo visto, existen bastantes dudas. Hay que insistir, mientras no se demuestre lo contrario, que se trata de un hecho aislado, pero no deja de ser grave que el reparto de comida a los colegios no se realice con las garantías suficientes. Y ya no se trata solo de verificar si se cumple o no la legalidad vigente, sino si la normativa que se aplica es suficiente. Mientras tanto habrá que continuar esperando a que la consejera Soledad Monzón dé la cara.

Al problema de la limpieza, Santa Cruz de Tenerife debe sumar ahora el del vandalismo. Ambos denotan que una parte de la población que reside en esta capital carece de la formación cívica necesaria para convivir. Lo fácil es culpar al ayuntamiento de que las calles están sucias y no preguntarse previamente qué está haciendo cada uno para que no sea así. Ver bolsas de basura tiradas al lado de los contenedores habilitados para depositarlas, prácticamente vacíos, no es un buen síntoma. Las imágenes recogidas ayer por este periódico del Castillo de San Andrés, convertido en un baño público, lleno de excrementos, tampoco. Si a ello se añade lo sucedido esta semana en el parque García Sanabria, donde dos de las esculturas del paseo de "Las cuatro estaciones" aparecieron dañadas, está más que claro que no es solo responsabilidad de la corporación municipal que la ciudad tenga mejor o peor aspecto. Ya no se trata solo de limpiar más, que en determinados casos podría ser, sino de ensuciar menos y, fundamentalmente, mejorar la educación en este ámbito, lo que, sin duda, redundará en beneficio de todos.

Los últimos acontecimientos políticos en La Laguna parece que van dirigidos a devolver la tranquilidad al ayuntamiento, después de varios meses, casi un año, de cierta convulsión. Al final, el alcalde tuvo que cesar al hasta hace poco líder de los socialistas en la ciudad de los Adelantados, Javier Abreu, y exigir a esta formación que cumpla los términos del pacto suscrito entre CC y PSOE. A ver si así vuelve la calma.