Cada vez es más común oír la frase "ya está todo inventado". Sin embar-go en la mano de los creativos está que los espacios tengan un aspecto actual, reinventando cada uno de los objetos. Con los artículos decorativos y los conceptos de siempre, se pueden crear ambientes que cumplan todas las funciones. La intuición y los conocimientos lograrán que cada pieza encuentre su sitio.

La tendencia de usar, con descaro, los elementos de familia que han pasado de generación en generación se mantiene. Los objetos de deseo tienen historia: las maletas que dejan constancia del paso del tiempo y las vivencias que viajaron dentro, los "bureaus" que esconden frases y secretos, las cómodas que han conservado delicadas prendas lenceras. Como en la trama de una novela, cada objeto necesita estar justificado y en consonancia con el resto, y en base a algunas pautas se puede hacer de un espacio que nada vale una verdadera obra de arte. Es el momento de darles el valor que se merece a las maderas, tejidos y vidrios que aún les queda mucho por contar.

Colarse en un anticuario, un mercadillo o en alguna muestra de producto artesanal es una experiencia inexplicable. Cada mueble habla por sí solo para regalarle a quien lo disfrute experiencias realmente únicas.

En composiciones, hay que adaptarse a la funcionalidad. Los sillones bajos que arropan una buena lectura se actualizan con las socorridas "pinturas a la tiza", para ser cómplices de un sillón "Chester" de finales de los 50, que aún conserva el cuero que lo viste. El mismo espacio puede recoger una actual mesa con ruedas, para soportar libros y revistas, así como los cuidados motivos vegetales, que junto a los cojines, rematados con pasamanería, darán el toque de color que el espacio precisa. Las paredes de las habitaciones con carácter social apuestan por papeles pintados con estampados, que en ocasiones se utilizan para un único testero. Si jugamos con amplitud, se permiten damascos escandalosos, incluso con la riqueza que les corresponde a los chispeantes dorados. En cambio, ante un espacio reducido, se debe apostar por motivos proporcionados, que aporten luminosidad y dinamismo, logrando que el salón sea el lugar con más encanto.

Las localizaciones íntimas buscan el descanso y el sosiego que los colores claros y sutiles pueden dar en sábanas, mantas y almohadones. El mobiliario para estas estancias es más limitado, mesitas de noche repujadas con pequeñas gavetas, para sostener lamparitas románticas, de tulipas lisas, que también pueden colocarse en la propia pared. En tejidos, la tendencia es hacia los vaporosos, visillos suaves, casi blancos que nos regalan el dibujo de pequeñas estrellas. En los cabeceros está el foco, paredes de vinilos decorativos, con un único motivo, o con dibujos geométricos. Las camas permiten el romanticismo que da el dosel. Como en cada espacio, los dormitorios también se merecen una joya, apostemos por "sinfoniers" personalizados, que con caligrafía perfecta en su puerta adelanten el contenido, o por cómodas pintadas de los colores del momento.

En la gama cromática se usan los tonos empolvados, esos que no se definen exactamente pero muestran la esencia del color, y aportan sensaciones. Las referencias para colores se siguen rigiendo por la guía que Pantone revela para cada año. Como viene haciendo desde 1963, apuestan por el tono perfecto, con la diferencia de que en esta ocasión abre las posibilidades, y en lugar de una única referencia ofrece dos. En la línea de los cálidos se decanta por el Rose Quartz. Bajo el código 13-1520, comunica compasión y la sensación de "un cálido abrazo", que logran el romanticismo, la ternura y el cariño. En los colores fríos el tono Serenity, 15-3919, será el que se encargue de trasladarnos hasta la sensación de libertad que ofrece el mar y cualquier elemento marino. La mezcla de ambos colores logra romper con las mentes cerradas, en las que solo cabe cada color para un género. En un espacio donde "todo ya está inventado", lograr el "todo vale" es una función complicada, pero atractiva.

Se prestan a las mezclas arriesgadas las mesas vestidas con mantelerías románticas, de encaje y tejidos pesados. Las cristalerías descoordinadas y las servilletas personalizadas que no siguen la gama textil. Vajillas clásicas: con dibujos en rosas o azules, también tropicales con palmeras o piñas. Las frutas más exóticas se colarán para hacer del centro de mesa un elemento muy especial. Las cuberterías mates, a ser posible, doradas. Cada objeto mantendrá su función y protocolo.

Todas las piezas tienen importancia. Las obras de arte necesitan su espacio propio, conseguir ser el punto de referencia de la habitación. Los cuadros sin marcos, desnudos, mostrando su propia esencia. Los espejos, en exceso de todas las formas y tamaños, con molduras importantes y pesadas. Hoy se respetan las paredes, por ello los objetos que coronan cada mueble se apoyan sobre la propia pieza.

En decoración se mantiene lo que estuvo, se juega con las raíces y se crece con los recuerdos.