Pepe Dámaso (Las Palmas, 1933) demuestra su torrente de vitalidad con verbo fluido y combina Carnaval y César Manrique en su paleta vital. Tras un coqueteo con la muerte, el artista de Agaete no ha salido corriendo, sino que después de una kenosis de cuatro meses, se ha rearmado. Dice que no vio un túnel, sino la luz, que plasmó en un cartel para el Carnaval de Santa Cruz presentado el viernes. Frente a cuaresma, Carnaval; frente a muerte, Pepe Dámaso. Le pidieron un cartel e hizo cuatro, como estaciones, ajeno a polémicas.

¿Qué es el Carnaval?

El Carnaval es una expresión sincera de ser el otro, de expresarte en la vida camuflado con otro concepto que no es el que tienes en lo cotidiano. En el Carnaval, si encima se tiene buen gusto, se es un creador porque te transformas.

¿Ha vivido el Carnaval de Tenerife?

Lo he vivido desde fuera. Es curioso el fenómeno: mi gran amigo y maestro César Manrique, al que aquí querían tanto y con quien viví 40 años, era muy carnavalero. Él siempre se vestía de monstruo, buscaba la antítesis de la estética refinada; monstruos estéticos, un poco cómico, con cajas de cartón. Era muy interesante verlo en su expresión bruta, era como si no quisiera demostrar su sensibilidad.

En 1985 hizo el cartel César Manrique; para 2017, usted.

¡Fíjate por dónde! El arte sabe esperar y me ha tocado en un momento clave. Después de tanto tiempo me encargan el cartel del Carnaval. Treinta o cuarenta años después, y ahora enfermo, muriéndome, me dan la alegría. No vi el túnel que dice que se ve, y estuve cuatro meses en la UCI. La luz me ha venido de Tenerife, que me ha dado la alegría, porque el cartel lo he hecho en la convalecencia. Con esta enfermedad he tenido la experiencia espiritual. He vuelto a comulgar, algo que no hacía desde hace 50 años. He meditado mucho. Me he dado cuenta de la vejez.

¿Vuelve a creer en Dios?

Sí, sí, sí. Me he encontrado con quien me ha hecho, con Dios. He pensado, más que en Dios mismo, en el cosmos, en todo lo creado, en la salud, en ver a los médicos de madrugada en la UCI entregados tratando de salvar a los que llegaban con cáncer, las enfermeras... de madrugada... Es donde uno tiene más esperanza: somos más solidarios que lo que creemos.

¿Se ha vuelto más espiritual?

En la enfermedad me di cuenta de que tenía 82 años y que he sido un sacerdote de la cultura por mi amor a Canarias. Ahora me gustaría, más que pintar, vivir socialmente pensando el tiempo que me queda. Tenemos que amar a Canarias; todo lo que se ama se defiende. Y si no se ama a Canarias, vamos de culo. El amor a Canarias, sobre todo en la juventud y fuera de la ideología; en la ideología del amor al patrimonio. Sin la cultura y la educación vamos mal. ¡El humanismo nos salvará, porque está el mundo mal, pero Canarias tiene la tropicalidad!

¿Se siente en deuda con Canarias?

Toda Canarias se unió con el deseo de que yo me salvara, y ha sido un milagro, el milagro de la solidaridad. Ha sido un deseo rotundo y profundo de que me salvara, y yo soy vital. El deseo de vivir me salvó, dicen los médicos.

Y en medio de esta situación, el encargo del cartel del Carnaval.

Ha sido lo lógico, no iba a venir otra enfermedad. Ha venido la alegría, además el Caribe, donde yo tuve un novio, y donde fui, en Cuba.

¿Qué tiene el cartel de Carnaval?

Es el Caribe. No me podía sustraer de la tropicalidad de Canarias, en la que yo estoy completamente comprometido. El padre Teide lo tengo presente desde que abrí los ojos en Agaete, como la Rama, el cuadro de Van Cleve, Tamadaba... Tenía preparado para la presentación el "Himno al volcán", de Tomás Morales, pero ¿quién coño se atrevía a estar de pesado y leer, porque me emocioné...? Quería demostrar al pueblo de Tenerife el agradecimiento de que en mi convalecencia me dieran este regalo.

¿Cómo son las otras tres obras?

Son cuatro en uno: los azules de la primavera, el rojo (el elegido como cartel) del verano, los amarillos y los ocres del otoño y el invierno con violetas y grises. Se va a hacer una carpeta muy popular que la pueda tener todo el mundo en sus casas. Es una condición que he puesto. Tratar de exponer para elegir, hoy que todo el mundo opina de todo lo que tenemos, hubiera sido un disparate. Todos, los cuatro, llevan el Teide, que es una maravilla, con ese pico helado. Desde Agaete Tomás Morales lo vio e hizo el gran poema, el "Himno al volcán", que es maravilloso: "Así te veo yo, Teide desde la isla hermana".

¿Qué diría a quien no le guste?

No puedo pretender que todo lo que haga guste. Estoy tan mimado, porque todas mis cosas gustan... Me sorprendieron con presentar el cartel en un museo. Ahí me trincaron. Fue estupendo. No había vuelto desde que se estaba rehabilitando. Qué bonito, y qué bien estuvo el acto, perfectamente localizado. Me cogieron de sorpresa.

Autor del cartel y jurado de reina.

Tengo que venir a la gala de jurado, y yo con estos pelos (se ríe). A ver cómo vengo, aquí traeré mi detalle, con un antifaz...

¿Qué le gusta más del Carnaval de Santa Cruz: murgas, comparsas, rondallas...?

Del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife me gusta la popularidad, la gente en la calle. Es la gran característica, y es fantástico, porque al dirigirse hacia fuera está el riesgo de que es más internacional, pero está menos vivido. Me gustó mucho ver en la presentación a los veteranos, a los viejos del Carnaval, que le dije ochentones, y el ochentón soy yo. Todos ya maduros. Y también uno del Caribe, que creo que es bailarín, que me vio el ojo en el Teide y dice: "Ay, que pusiste a Oshun, medio santero..."