Qué difícil se hace dar con el adjetivo adecuado para las comparaciones y para las calificaciones. Sin embargo, dentro de la dificultad que esto encierra, hay algunos que lo manejan con facilidad pasmosa. Lo utilizan cada dos por tres y sin rubor . "Formidable" , "importante", "fundamental", "magnífico", "indescriptible" son muletillas de permanente acompañamiento.

Aparecen en boca de los más locuaces y de aquellos que desde su altísima tarima mediática se creen con la capacidad de usarlo a diestro y siniestro.

El adjetivo ciertamente es complicado ponerlo en el lugar adecuado para que irrumpa en la oración como lo que tiene que ser; hay personajes, sobre todo los tertulianos "todologos" y políticos de la nueva ola, que son los que más alegan en este espacio de la comunicación sin limites, y se cobijan en este como si fuera su casa común.

No sienten ridículo ni se dan cuenta de la pobreza de su sintaxis y de su lenguaje, por lo que acercase a la identidad de cada cual por el camino del lenguaje es tarea ardua, pero que no deja de causarnos cierta admiración, porque estos manejadores de las palabras se consideran los mejores, los académicos y los referentes a imitar.

Mientras esto siga así, no habrá que tener pavor ni salir corriendo ante la avalancha de sonidos malsonantes que nos persiguen por los cuatro costados. Mientras los adjetivos sigan empujando los ánimos de los desvalidos sintácicos, lo único que se podrá hacer es sentarse con toda la calma del mundo y saludarles con un hasta luego y dedicarles una sonrisa de complacencia.

El adjetivo, su manejo; es atrevido buscar su adecuación en el ánimo de muchos conductores de latinajos y de palabras ambiguas adornadas con la ampulosidad de conceptos deformados por esa misma ampulosidad que le dan: un carácter de solemnidad rayana en lo filosófico.

Y es que el adjetivo sirve a estos personajes de la farándula de la comunicación y de las tarimas políticas como escudo de sus frustraciones; pero como el lenguaje es traducción de todo aquello que está depositado en las circunvalaciones cerebrales, pasa que a través de los adjetivos nos llegan la clave y traducción de su categoría intelectual.

Y no es que haya que escribir una guía para perplejos, pero en el escenario donde los mensajes se acortan y los discursos de los que se consideran precursores mesiánicos de un mundo refulgente y esplendoroso (hay que recurrir al adjetivo), y que se dejan ver y hacen oír con insistencia, se estiran, sí que habrá que estar preparados con el escudo de la paciencia y de una tozudez escondida para poder soportar, y no morir en el empeño, a los creadores de frases estólidas y de eslóganes ridículos por repetitivos.