Un discurso adaptado a una audiencia de 16 años, unos trazos de humor negro ubicados de manera estratégica y mucha sinceridad. Así se movió Álexis Ravelo en la charla que dio en el Colegio Máyex de La Laguna antes de afrontar su primer acto en la XXVIII Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife.

"¿Alguien sabe explicar qué es eso de la novela negra?", preguntó el escritor grancanario en la línea de salida de una clase que no duró más de 50 minutos. El autor de "La otra vida de Ned Blackbird" abrió una espera prudencial, fue recopilando respuestas y buscó una rendija por la que filtrar su intervención. El narrador de "La estrategia del pequinés" o "Las flores no sangran", títulos que los directores canarios Elio Quiroga y David Cánovas llevarán a la gran pantalla, pidió permiso para usar la pizarra, agarró un marcador rojo y empezó a escribir nombres: en el blanco se entremezclaron sin orden las identidades de Paula, Wilkie Collins, Guillen o Chesterton. Confeccionó una gran "ensalada" con alumnos y narradores con el único propósito de despertar el apetito lector de los adolescentes que asimilaban sus reflexiones.

Alexis reveló que escribe desde los 18 años, aunque en realidad su curiosidad por los libros es anterior, es decir, que el lector le ganó la partida al progenitor de "Tres funerales para Eladio Monroe" o "Los tipos duros no leen poesía". La poética de Pedro García Cabrera, precisamente, fue el ejemplo al que recurrió Ravelo para desmitificar a un género en minoría.

El ganador del Hammett, entre otros reconocimientos, se permitió la licencia de dar 30 puñaladas a un aspirante a personaje de renglones oscuros para establecer las líneas divisorias que hay entre la novela enigma y la novela negra. Incluso, dio forma a una trama organizada en torno el tráfico de chucherías en el patio de un colegio para acercarse a la realidad de los alumnos que rompieron a reír antes de que el reloj devorara los primeros diez minutos de conferencia. "Les voy a dar un consejo. Siempre escriban de algo que conozcan; historias que estén muy próximas a ustedes. ¿Ustedes conocen a Juan Rulfo? ¿Han leído algo de él? (silencio)... Solo tiene dos libros", prosiguió, "pero sus narraciones alcanzaron la universalidad sin la necesidad de tener que salir de Comala", acota en relación a la escenografía de "Pedro Páramo".

Orden, crimen o caos, investigación, alguien descubre al asesino, actúa la justicia y se restablece el orden. Esa, más o menos, fue la receta a partir de la cual trazó el boceto de la novela enigma. Su explicación acabó con una pista clarificadora: "Aquí no es necesario ver el crimen".

El género negro, el que se vio impulsado por el crack del 29 y las historias que se podían leer en las páginas del "Black Mask", es un terreno más turbio. "El lenguaje se ensucia y hay más violencia", introdujo el narrador que captó la atención de los estudiantes con la introducción que eligió para dar la bienvenida a los lectores de "La estrategia del pequinés".

"Yo en algunos de mis libros he pegado ostias como panes... Yo he recurrido muchas veces a la violencia porque no me gustan esos tipos que para sobrevivir ellos masacran a los débiles o para denunciar las injusticias", dijo en un instante de su intervención en el que destapó los egos más visibles en el mundo de la literatura. "Eso es algo que no existe; que se está construyendo continuamente a partir de nuevos textos y, sobre todo, leyendo. Hay escritores que buscan la inmortalidad dejando un libro para que otros lean cuando ya no estén, pero mientras están aquí se creen que están por encima del bien y del mal porque creen que han alcanzado esa inmortalidad".