Los vecinos del barrio de La Candelaria, en la zona de La Cuesta, han sido testigos en los últimos tiempos de un paulatino aumento en la presencia de palomas en algunos espacios públicos, como es el caso de la plaza Trinidad Barreto. Lo explica el presidente de la asociación JOCU, Bruno Barreto, que resalta que, lejos de tratarse de un problema menor, es una circunstancia que está generando más de un efecto negativo.

"No puede ser, y así lo entendemos, que se permita la alimentación de las palomas en la plaza", apunta el dirigente del colectivo en su advertencia sobre esta problemática. "Soy consciente de la tradición colombófila del barrio, pero las palomas no pueden seguir generando agravios a inmuebles y vehículos", mantiene, tras detallar que, por lo que perciben los residentes en este enclave, el origen de todo se encuentra en esa alimentación por parte de vecinos. Según añade, eso lleva a que estos animales estén en algunas zonas de uso público, en lugar de encontrarse en los palomares, que es el lugar habilitado por sus propietarios.

Como quiera que una de las grandes confusiones en toda demanda de control de las palomas está relacionada con las dudas acerca de si lo que se busca es la erradicación, Barreto aclara: "No queremos que las maten". A su juicio, el remedio pasa por una cuestión "educacional" y, en esencia, por frenar el que sean atraídas mediante la oferta de alimentos.

Se da la coincidencia de que el problema de las palomas no es nuevo en el municipio, si bien hasta ahora estaba más relacionado con el casco histórico. No en vano, a lo largo de los últimos años se han implementado distintas medidas para limitar su presencia. Una de las alternativas por la que se ha optado -desde 2013- es la instalación de jaulas en varios edificios, lo que ha permitido que no se prolongaran las cifras elevadas que en algunos momentos se llegaron a dar.

No cuenta La Candelaria con la antigüedad monumental de la vieja Aguere, pero sí con el otro elemento que ha llevado a la aplicación de regulación por parte del ayuntamiento: los coches, las viviendas y, de modo más general, la necesaria salubridad. Por eso su alerta contra las palomas.