Rubén Gallego es un cura querido en su parroquia. Es cercano, familiar, transparente, incluso carismático... Garafía lo siente suyo. "Te doy su teléfono, pero a Rubén lo tratas bien", advierte el alcalde, Martín Taño, al redactor. "Es joven y actúa como tal. Es sencillamente natural y buena persona", resume un vecino cristiano.

Y lleva su forma de ser hasta el extremo. Una imagen suya con cuatro menores tras la celebración de una comunión, todos con gafas de sol, dando un salto y con el cura mostrando una camisa del Barcelona que llevaba en el interior de su blusa negra de sacerdote, se ha ido difundiendo por centenares en Facebook. La excelente imagen, tomada en el justo momento, es obra del fotógrafo Jonathan Rodríguez.

La práctica totalidad de los comentarios en las redes sociales apoyan la iniciativa del sacerdote. Destacar, por encima del resto, la opinión de otro cura más experto pero igual de abierto, Félix Manuel Santana: "Cada cura es cada cual. Y cada uno tiene sus dones y carisma que debe poner al servicio de la Iglesia. Yo sería incapaz de hacer eso por el sentido del ridículo que tengo; pero veo estupendo que lo haga quien, por su carácter y forma de ser lo puede hacer. Los tres últimos papas nos han invitado a evangelizar (sin rebajar el Evangelio) con nuevos métodos, con nuevos medios, con nuevo ardor. Y eso es lo que hace Rubén. Bravo por Rubén y ojalá hubiera más como él y no sosos como yo".

EL DÍA se puso en contacto con Rubén Gallego. Y, efectivamente, desprende alegría y desparpajo incluso por teléfono. No se arrepiente de la imagen que tanto se ha ido difundiendo: "Cuando hago una celebración de confirmación, comuniones o bautizos solemos hacer una foto así. Los niños ya traían las gafas de sus casas", cuenta. Eso sí, reconoce que "quizás la fotografía hubiera sido mejor hacerla fuera de la iglesia". Lo que busca, a la postre, "es un acto más familiar, más cercano", aunque las celebraciones "son normales".

De la imagen hay un detalle que sorprende. Bueno, en realidad, sorprenden muchos, pero el escudo del FC Barcelona resalta. A propósito, el sacerdote advierte de que "llevaba la camiseta de forma casual. Jugaba la final el domingo y la llevaba porque andaba muy justo de tiempo. Iba a ir directamente al bar a ver el partido. Además, coincidió que el escudo quedara ahí en el centro. Es una buena foto".

Rubén Gallego, que tiene un mensaje convincente y a la vez atrayente, tiene claro que "si queremos cambiar las cosas no las podemos hacer de la misma manera que siempre. Haciendo exactamente lo mismo no cambiamos nada. Si la cosa va mal y no cambia es porque todos hacemos exactamente lo mismo. Hay que arriesgarse. Y si uno se equivoca, se pide perdón".