Del Heliodoro se fue la gente anoche más emocionada por la despedida a Ricardo que complacida con el nivel de un partido de postemporada al que, siendo sinceros, no se le podía pedir mucho más. El adiós a un tipo tan honesto, tan íntegro y tan buen jugador como Ricardo, tiene suficiente peso por sí mismo como para ensombrecer cualquier partido, pero tratándose del de ayer, mucho más. Fue un homenaje sencillo, que tuvo la pureza de elegir como peana el césped, algo que para un futbolista debe tener un plus de sensibilidad muy especial. Ricardo mereció más cariño también antes, pero bien está lo que bien acaba. Del juego hay poco que resaltar, porque el Tenerife hizo un partido para cubrir el expediente, con las dudas defensivas propias de la composición de su línea de zagueros, plagada de futbolistas poco habituales desde el portero hasta el homenajeado, y con las dificultades de generación de fútbol ya sobradamente comentadas en otras ocasiones.

Con Ricardo en el campo, lo normal sería orientar la gestación de la jugada pasando por su criterio, pero este equipo no tiene hábito de atender a ese tipo de jerarquías, por eso el ritmo lo marcaron sus medias puntas. Se jugó como Moutinho y Omar eligieron, o sea, corriendo con el balón hasta la frontal para elegir un pase que, generalmente, no fue preciso. El grancanario se movió mucho por el frente de ataque y a veces permutó con Cristian, que jugó como un extremo más y a veces se metió por dentro para tratar de desajustar a la defensa rival. Nada de ello dio fruto. Y eso que en el arranque Nano pudo abrir la cuenta. La pareja que formaron el canterano y Lozano dio siempre una sensación de notoria superioridad frente a los centrales de la Ponferradina. En el primer minuto, una dejada de cabeza del hondureño puso a Nano frente a Santamaría, pero el goleador se dejó el balón atrás, luego tiró atropellado y su remate fue repelido por el poste con el meta batido. En el 19'', entraron los dos en contacto de nuevo y Nano volvió a quedarse frente al portero, que le tapó el disparo, que ejecutó otra vez de manera atropellada.

El Tenerife, a rachas, no tuvo respuesta en un rival sin juego, sin la agresividad que se le esperaba dada su situación, casi sin señales en campo contrario, salvo el remate de Hume que rozó el poste en el 17''. Entre que uno, el Tenerife, no buscaba más y el otro parecía no tener de donde sacar nada, el partido fue cayendo en el aburrimiento y haciéndose largo hasta el descanso. De vuelta en la segunda mitad, la tercera conexión de la pareja de delanteros acabó en gol, pero la jugada nació de una contra que encabezó por la derecha Omar, ahora más entonado: su pase cruzado lo controló Nano con dificultad, casi podría decirse que domó la pelota y con una gran rapidez de acción la puso fuerte en el corazón del área pequeña, a donde llegó Lozano para empujar a la red ganando la acción a Alan y al portero.

Con 1-0 no se activó ninguna reacción en el bando leonés, quizás porque había empatado el Mirandés en Almería, pero lo cierto es que el Tenerife rondó el gol de la sentencia. Pudo marcar Omar, desde casi medio campo (20'') y, aún más claramente, Germán, que remató de cabeza en el área pequeña, pero Santamaría salvó bajo palos. Y sin embargo, el que encontró el gol fue el conjunto berciano, en una acción aislada, en un balón parado defendible, en el que la pelota se le fue alejando a Roberto, que eligió no salir a despejar. Raíllo cabeceó a placer en el segundo palo y restableció una igualada que no guardaba ni la más mínima relación con lo que estaba sucediendo en el campo. Antes y después, Rubén Vega refrescó con los cambios el ataque al que pareció volcarse su equipo cuando vio que el Tenerife bajaba más el pistón, aunque en realidad el paso adelante de los visitantes fue timorato, como sin fe, por inercia en vista de la situación y de que un gol podía acercarlos casi definitivamente a la salvación. El Tenerife, que ya había procurado el primer gran aplauso para Ricardo, metió a Lara, que no puso nada de su parte, allá aislado en la banda izquierda, y acabó tirando de Cristo por el lastimado Omar mientras Roberto estiraba gemelos deseando el final del partido. Postemporada pura.