La ministra Ana Pastor estuvo de viaje relámpago oficial por las islas, y el Ministerio de Fomento le montó un programa con sólo dos islas y dos actividades: una visita al Puerto de La Luz y de Las Palmas, para ver la segunda nave del Programa Mundial de Alimentos, y para que le cuenten in situ de que va el Proyecto Puerto-Ciudad, que el puerto de Las Palmas quiere financiar en parte con recursos de Fomento. Luego, a la ministra le organizaron un viaje express a Santa Cruz de La Palma, para firmar el convenio de carreteras con el Cabildo. Y en el par de horas que le sobraron en Gran Canaria el PP le montó otra visita fuera de su agenda del Ministerio, más electoral, para darle a doña Ana un garbeo por las obras de la segunda fase del área de Renovación Urbana de Jinámar, donde Fomento se va a gastar poco más de millón y medio de euros en la rehabilitación de casi 500 viviendas. La ministra fue a Jinámar acompañada por Asier Antona y Australia Navarro, porque esta visita, ya se dijo, no es de la agenda de Fomento, sino de la del Partido Popular. Aunque los cuartos para la rehabilitación (pocos, por cierto) y para la visita salgan de Fomento. Por eso el Cabildo de Gran Canaria ha denunciado el paseo de Jinámar ante la Junta Electoral...

Todo, pues, se resume en que ya empezó el baile: seis meses después, vuelven de nuevo las dobles agendas de los ministros en campaña, las visitas con cualquier excusa, las inauguraciones, preinauguraciones y preinauguraciones adelantadas, los paseos multitudinarios con la claque aerotransportable habitual y los compromisos cuyo cumplimiento luego se eterniza o mismamente se olvida. Los clásicos de toda campaña, con sus ruedas de prensa, su catálogo de promesas imposibles de mantener, sus argumentarios del "y tu más", y la ristra de ocurrencias desbocadas y chiripitiflauticas con las que entretener al personal en la última franja del telediario.

Algo hemos hecho mal los ciudadanos españoles para que se nos castigue, aún sin recuperarnos del todo de la última, con una segunda vuelta electoral en la que además -adelantan los sondeos- vamos a vérnoslas con los mismos problemas de la primera: una representación fraccionada, que dará victoria a los puntos, con las izquierdas y las derechas que no suman entre ellas mismas la mitad más uno, porque ha salido de la ecuación esa parte del espectro político, que -con distintas siglas- representa hoy a los secesionistas catalanes.

Hace falta tener mucho estómago para aguantar esta nueva ración doble de la misma medicina que hasta ayer no había curado absolutamente nada, porque quienes nos la recetan, luego no se ponen de acuerdo. La democracia es un sistema estupendo y todo eso, pero una democracia que no sirve ni para elegir al Gobierno decepciona y puede llegar a cansar. Habrá que cruzar los dedos, para que esta vez sea la definitiva. Porque ya cuesta aguantar una segunda... imaginen lo que sería que estos señores no se pongan de acuerdo tampoco esta vez, y nos obsequien a final de año con una tercera.