Y Daniel Montoya cumplió su sueño de niño: hacer trekking en el Everest. Este melillense de nacimiento reside en Santa Cruz desde hace diez años (tiene 32) y ha formado aquí familia. Culminó la ilusión de su vida el pasado 12 de abril al acceder al campo base, a 5.360 metros de altitud, en el pico Kadapathar del Valle del Kubu, mirador de las montañas más altas del planeta. La aventura la llevó a cabo con un compañero, Román. "La relación en la montaña es siempre complicada, pero fue todo bien", asegura Daniel.

El 4 de abril, ambos salieron de la isla y llegaron el 11 a Katmandú, capital de Nepal. De ahí se trasladaron a Lukla, el aeropuerto más peligroso del mundo. "Y tanto -asegura- que a la vuelta nos quedamos un día atrapados porque se nubló de repente y clausuraron los vuelos".

"La experiencia fue maravillosa, pero muy dura, más de lo que pensaba, sobre todo en el aspecto espiritual y de fortaleza mental porque estuvimos al límite", valora. Además, tuvo un sentido solidario que explica: "Mi hija acude al centro infantil Gusyluz, que nos apoyó, igual que padres y madres. Por eso llevamos 50 uniformes, 40 kilos de material escolar y 200 euros en metálico -allí una fortuna-. Más las ayudas de amigos, familia y empresas como Balmes o Goype". Por tanto, 120 kilómetros a pie que Daniel resume: "Aparte de lograr mi sueño, nos marcó poder aportar algo donde falta prácticamente de todo. Y a los niños".