Tratar a los perros como si fueran seres humanos mimándolos y satisfaciendo más necesidades de las que realmente requieren puede generar comportamientos agresivos e incluso provocar la pérdida de su dignidad como animales, ha explicado a la psicóloga Carmen Castro.

Esta especialista en terapia asistida con animales de la asociación Hydra de Getafe (Madrid) advierte a los dueños que conceden a los canes una posición superior a las que les corresponde en el hogar de que están actuando "contra su naturaleza" porque estos animales domésticos necesitan normas, disciplina, horarios y límites, no "ser humanizados".

Pese al cariño que pueden ofrecer, supliendo el vacío emocional de sus dueños, estos animales no juzgan a los seres humanos y deben ser integrados en la familia sin sufrir una "antropomorfización" o tendencia a ser humanizados.

"Consentirlos de forma excesiva es tan malo como maltratarlos, es el otro extremo" avisa Castro, porque un perro puede llegar a presentar comportamientos agresivos y dominantes cuando las personas les acostumbran a comportamientos antinaturales como permitir que duerman en el sofá, pasearlos en carritos o ataviarlos con calzado para protegerse de la lluvia.

En este sentido, la experta recuerda que el uso de algunos materiales en la indumentaria empleada para animales puede dañar su piel al tener un "subpelo que les protege tanto del calor como del frío"; cubrirlos con ropa dificulta además sus movimientos y "dejan de sentirse cómodos".

Por ello, el dueño debe imponer unas normas de convivencia lógicas que posibiliten la buena conducta del animal y esto se logra, en primer lugar, desechando creencias irreales pues "el perro no piensa que no le hayas dedicado todo el esfuerzo".

A diferencia de otros animales como los gatos que presentan una mayor independencia, los perros suelen ser los "más consentidos" de la casa, una conducta errónea que según la experta se está extendiendo a otras mascotas exóticas como hurones y cerdos vietnamitas, que reciben también muchos cuidados y trato "casi de humanos".

Entre los dueños que "miman desmesuradamente" a sus mascotas, la especialista distingue a las personas que no han tenido hijos y que viven solas, las parejas que tratan a su perro "como uno más de la familia" y las que presentan "mucha sensibilidad por la naturaleza"; muchas de ellas suelen ser personas con "falta de cariño" que llegan a defender a su animal como si fuera su propio vástago.

La difusión de vídeos de maltrato animal a través de las redes sociales, a su juicio, es otro de los factores que afectan a las personas más sensibles pero tiene un doble efecto: positivo, en cuanto a que potencia la adopción o acogida, y negativo, por la obsesión de algunas personas de "compensar el sufrimiento que han pasado" sus animales.

También existen los que consienten demasiado a sus mascotas porque siendo niños no les permitieron tener una y al llegar a la independencia de la edad adulta han querido satisfacer esta demanda propia pero luego "se sienten perdidos" porque no conocen bien qué cuidados deben ofrecerles y les otorgan "demasiados caprichos" sin conocer los efectos negativos que pueden generar.

Tratamientos lujosos de belleza o degustación de platos exquisitos son vicios que deben ser erradicados y, aunque a muchas personas les resulte difícil asumirlo, Castro asegura que es posible si marcan pautas de rutina lógica para que los animales "sepan qué sucederá en todo momento", como establecer horarios de paseo, comida y descanso en el hogar.

Cuidar bien del perro no supone darle un estatus mayor del necesario, por lo que esta experta aconseja saciar las necesidades básicas del mejor amigo del hombre si bien normalizando su puesto en el hogar, que debe estar "por debajo del hijo más pequeño".

Como psicóloga especialista, Castro se dedica al trabajo con perros especialmente entrenados para desarrollar tratamientos en residencias de mayores y paseos terapéuticos dirigidos a personas discapacitadas.