La diputada por la formación antisistema (CUP) en el Parlamento de Cataluña, Anna Gabriel, en unas declaraciones que realizó recientemente en la emisora Catalunya Radio, dijo que prefería tener hijos "en común y en colectivo" para que "los eduque la tribu", tal y como sucede en "muchas otras culturas en el mundo". Cree ella que el modelo de "familia nuclear", imperante en la cultura occidental, es "pobre y poco enriquecedor" para los hijos porque tiende a convertir a las personas, a los niños y niñas en muy conservadores, prefiriendo "una crianza en común en la que "son hijos tuyos no solo los que has parido, sino los de los demás". Aclaró también que le satisfaría tener hijos en grupo, en colectivo. Un modelo que se opone a que exista maternidad o paternidad individualizada.

Esta declaración tan extravagante ha causado gran impacto en las redes sociales y medios de comunicación. Sin embargo, no producen novedad, ya que la teoría de hijos sí, padres no, es muy antigua, como veremos.

Efectivamente. La abolición de la familia -ya que de eso se trata- como institución social ha sido un tema recurrente en la historia del comunismo. La mayor parte de los teóricos de este partido, desde Platón hasta Marx, han propuesto que la familia y el matrimonio como forma de organización social deben desaparecer.

Platón, por ejemplo, proponía una ciudad ideal en la que existiera una "comunidad de mujeres". Ningún hombre tendría una esposa individual, sino que habría encuentros sexuales casuales. Los hijos no serían criados por sus madres biológicas, sino por un gremio de maestros/as dedicados especialmente a las labores domésticas. En esa ciudad ideal no habría propiedad privada, y eso incluye a las mujeres. Así, ninguna mujer será "propiedad" de ningún hombre bajo la institución del matrimonio. Todo sería de todos, incluyendo a los cónyuges, los hijos y las relaciones sexuales.

En el siglo XIX, el teórico del comunismo utópico, Charles Fourier, propuso la formación de comunas en las que ningún hombre estaría casado con ninguna mujer en particular; las relaciones sexuales se practicarían con muchos compañeros, y ningún niño tendría a ninguna madre o padre en particular, sino que serían cuidados y educados desde su nacimiento por toda la colectividad.

En EE.UU. prosperaron los movimientos del "amor libre", en especial los hippies, que defendían un estilo de vida comunitario en el cual todos los miembros adultos de la comuna tendrían actividad sexual entre sí, y los niños nacidos de esta comuna no tendrían un padre y una madre en particular, sino que todos los adultos de la comuna serían sus padres y madres. O sea, relaciones sexuales promiscuas: hijos sí, padres no.

Como vemos, lo que propone la diputada Anna Gabriel es algo que ya fue propuesto, incluso llevado a cabo con escaso éxito, con el fin de destruir el vínculo familiar entre esposos, padres e hijos. Por eso, pretender abolir la familia y el matrimonio a favor del amor libre y la plena crianza comunal de los hijos, a la manera de los movimientos comunistas, es ir demasiado lejos. La familia seguirá siendo la célula de la sociedad, por lo que atentar contra ella es suicida.

La familia constituida por una madre, un padre y unos hijos que viven bajo un mismo techo es la célula base de la sociedad, el fundamento y el paradigma de la convivencia humana. Y este modelo de familia, en España, es, año tras año, la institución social más valorada por los ciudadanos. El papel y la función de la familia son insustituibles para la sociedad actual y para que un país avance en cohesión social y en sus propios valores.