El asesinato y descuartizamiento de un hombre brasileño de 37 años a manos de su hijo en Santa Cruz de Tenerife ha generado un gran impacto en la sociedad canaria esta semana. Además, el ataque mortal del menor, de 16 años, a su progenitor se produjo porque este se enfureció a descubrirle al adolescente una "piedra" de hachís.

La psicóloga forense Lidia Esther Quintana asegura que para realizar una valoración exhaustiva del comportamiento del implicado se debe, en primer lugar, hablar con el menor.

En cualquier caso, la experta comenta que, en función de la información que ha trascendido desde el pasado martes, las acciones realizadas por el menor denotan "mucha frialdad y distancia emocional".

En base a la actuación del adolescente tras haber acabado con la vida del progenitor, descuartizarlo y tirarlo al mar en una maleta por la zona de Valleseco, "no parece haber arrepentimiento ni sentimiento de culpa".

Hay que recordar que fueron los investigadores de la Guardia Civil, gracias a la colaboración de un taxista, quienes localizan al adolescente en los alrededores de su casa, en el barrio de Salamanca, cuando acudió a un bar y, posteriormente, al tratar de desprenderse de efectos de la vivienda que pudieran delatar su implicación en los hechos.

Según manifiesta Quintana, que ejerce su labor profesional en un despacho privado y ejerce como perito en casos de la Administración de Justicia, "no parece que se derrumbe al ser descubierto"; otra cosa es que confesara los hechos.

A esta psicóloga forense le llama la atención que "intentara ocultar lo que hizo", puesto que tiró a la basura varios objetos clave en el asesinato, como el martillo con el que golpeó en la cabeza al padre, el cuchillo con el que lo apuñaló y la radial con la que lo descuartizó. De hecho, tales efectos no han sido encontrados por los agentes en las pesquisas desarrolladas hasta ahora.

Para Quintana, "tiene capacidad de pensar y razonar". Es decir, que el acusado del asesinato, "no está desbordado por las emociones". Ante una situación así, según la experta, "sería una pérdida de control, que se entregue o un desequilibrio emocional".

En cualquier caso, esta profesional no se atreve a dar un diagnóstico de sociopatía o psicopatía sin hacer una valoración en profundidad del menor.

Ante las pruebas aportadas por el Equipo de Homicidios de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil y la confesión del hijo de la víctima, la Fiscalía de Menores ordenó en la jornada del pasado martes el ingreso del adolescente en el centro de medidas judiciales de Valle Tabares a la espera de que se celebre el juicio.

Un carácter reservado

Vecinos de la zona del barrio santacrucero de Salamanca por la que se movían en los últimos meses el fallecido, Augusto da Silva Claudemir, y su hijo comentan que este tenía un carácter más reservado y callado que su padre. Además, acudía menos veces al bar en el que la víctima se relacionaba positivamente con otros vecinos del enclave, a algunos de los cuales les daba trabajos temporales para ayudarlos.