Oí un ruido y pensé en los chicos que utilizaban el andamio. Corrí hacia la ventana y lo vi caer a plomo. Lo siguiente fue una enorme masa de polvo hasta que se despejó. Entonces vi a una señora enterrada hasta aquí (señala el cuello) pidiendo ayuda. Le grité al policía que estaba más arriba hasta que me oyó, pero me dijo que no podía entrar porque eso se está cayendo, señora". La mujer casi sepultada sobrevivió, aunque cayó desde la azotea "como si bajara en un tubo". Lo cuenta Ángeles, una mujer de 78 años que presenció la tragedia del edificio Julián José, en Los Cristianos, el pasado 14 de abril. "Ya pasó, el tiempo lo cura todo". Ahora ella y su marido, Claudio, más los hijos que residen en el mismo edificio, tendrán que abandonar sus casas provisionalmente. El lunes comienza la demolición de las ruinas del Julián José. Ángeles tiene solo palabras de agradecimiento para el personal del Ayuntamiento de Arona y para su alcalde "porque nos acompañaron en todo momento".

Si los vecinos de los edificios Bruno y Linares, en la calle Valle Menéndez, y los números 10, 14 y El Chicharro, de la calle Amalia Alayón, tienen que desalojar provisionalmente sus hogares, los comerciantes son de los que más están sufriendo las consecuencias de este suceso cuyas causas siguen siendo desconocidas, aunque se encuentra abierta la investigación judicial.

En "El Escondite", Lieve asegura que "nuestras cajas han bajado un 70%. Solo hacemos entre 170 y 200 euros al día. Tengo algo de tesorería ahorrada, pero se acaba rápido". Y mientras eso pasa, "los comercios no recibimos ayuda económica de ningún tipo y los seguros no quieren pagar nada hasta que no se resuelva esto". Su caso es un poco más grave porque, además de los 15 días que cerrará el negocio por la demolición de las ruinas del edificio Julián José, debe estar otra quincena con la puerta bajada "porque esta calle la tienen que hacer nueva". Hoy en día, "a duras penas podemos pagar".

Aunque la sonrisa al cliente no se le escatima, Toña, la dependienta, se muestra preocupada porque "la gente no viene, no pasa por aquí. Nuestra clientela ha bajado muchísimo y han prescindido a compañeros" (un cocinero, por ejemplo). "La cosa pinta fea si ahora tenemos que cerrar otra vez".

Walter Vam Haaren es el optimista. "Voy a aprovechar y me iré de vacaciones del 20 de junio al 25 de julio". ¿A dónde? A Italia. "Esta zona era un éxito comercial. Aunque yo no me puedo quejar, porque me va bien y tengo bastante trabajo, el cierre ha perjudicado a muchos".

Ángeles es la que lo deja claro: "Tenemos que colaborar".

Walter Van Haaren

empresario

Lieve

EMPRESARIA

Ángeles

vecina