Durante la entrevista no esconde que es un ser de lágrima fácil, un poeta que ha tardado más de cuatro décadas en liberar las emociones contenidas en "Huella en el alma" (Huerga Fierro Editores), el poemario que acaba de presentar en la Feria del Libro de Madrid. Casi la misma composición poética -el proyecto literario que acaba de presentar incorpora nuevos versos- que fue reconocida con el Premio Internacional Ciudad de Nápoles 2015. Javier de la Rosa asegura sentirme liberado con una publicación que él califica como "abierta, lacerante, dulce y serena... Todas esas sensaciones se perciben en un proyecto con el que rescato un dramático e inolvidable episodio de juventud", acota.

Dieciséis versos libres conforman en perímetro de un poemario que en su estructura primigenia contenía alrededor de 40. "Fue mi esposa la que envió este trabajo a Nápoles... Yo nunca tuve la tentación de hacerlo público porque, entre otras cosas, era algo que me había partido el alma en infinitos trozos y de lo que no me recuperé jamás", rescata De la Rosa de un trabajo que es el grito desesperado de un hombre que lo perdió casi todo. "Un fallo de tres médicos me arrebató a mi esposa, al hijo que esperábamos y la alegría de una paternidad frustrada", confiesa. El artista habla de una daga mortal que sigue clavada en su cuerpo, pero que tardó más de cuarenta años en "vomitar". "A los escritores nos cuesta desnudarnos en público. Al menos, a los que ejercen este oficio de forma honesta. Siempre he sido un gran tímido, pero necesitaba expulsar estos sentimientos. Aquellas dos pérdidas destrozaron mi juventud pero, a su vez, sirvieron para forjar mi espíritu y la carne. Ahí es cuando me vuelvo sofista", relata del epílogo de un matrimonio que duró un año y que se soldó con nueve años de noviazgo.

Javier de la Rosa recurre a una crítica de Josep María Balcells para definir su cuerpo poético. "Él dice que mi forma de escribir es única y que no existe confusión posible con las descripciones de otros autores", reivindica un creador que se aferra a un lenguaje bien cuidado en el que la vulgaridad está desterrada. "Dicen que el lirismo no está de moda, pero yo creo que no se ha perdido porque una vida sin sentimientos nos conduce a la nada. Precisamente, esa soledad fue en la que se apoyó para impulsar el primer título que se le pasó por la cabeza. "Buscando a nadie fue la primera opción porque en la raíz todo estaba dirigido a la inexistencia de esa persona que había dejado una huella en mi ánimo", aclara el escritor y dramaturgo.

"Huella en el alma" es el resultado de un primer impulso nocturno que se precipitó durante la estancia de Javier de la Rosa en Astorga. "Estaba hospedado en el hotel Gaudí para participar en un acto en torno a la figura de Leopoldo Panero -poeta español que se integró en la Generación del 36- cuando percibí ese hormigueo que sienten los artistas cuando aparece una idea; esa sensación fulgurante que te incita a desprenderte de algo que llevas en el interior mucho tiempo". Ese fue el germen de una aventura que ya había agotado su proceso de maduración. "Estos versos eran una daga clavada en mi ánimo que debía curar con este poemario", repite un teólogo que igualmente acumula múltiples experiencias en el mundo de la pintura. "La inquietud por las bellas artes nace en el instante en el que un artista está convencido de que tiene un mensaje que transmitir; una descripción que puede ser a través de la escritura, escultura, pintura, teatro o cualquier otro lenguaje", sostiene De la Rosa justo antes de precisar que "no hay que confundir la sinceridad o naturalidad de un poeta o escritor con la sensiblería, ya que eso lo destroza todo... Si hay un exceso de elementos lacrimosos es riesgo de precipitarse a un estado de surrealidad pacota o blandengue es bastante elevado", concluye el autor de "Huella en el alma".

Javier de la Rosa

Poeta / Autor de "Huella en el alma"