Ana María tiene hoy 16 años y sus padres recuerdan que "debutó a los 13". Un término, debutar, relacionado con los diabéticos como esta adolescente que, incluso, explica su madre -se llama como ella- "cambio de centro educativo porque tenía que esconderse cada vez que se hacía un control de azúcar". Piden la denominada bomba de insulina, una especie de microordenador que hace las funciones del páncreas y gradúa las dosis necesarias en cada cuerpo. Esto, añaden, "evita moratones, bultos y la incomodidad de sacarse sangre con el bolígrafo hasta más de quince veces al día".

Ana María madre (junto a su pareja) lleva mucho tiempo de lucha por "mejorar la calidad de vida de Ana y reducir (hasta en un 53%, afirma) el riesgo de hipoglucemia, el bajón de azúcar".

La bomba, explican, "es un aparato que funciona como un páncreas artificial. En los casos de tipo 1 como el de Ana el órgano deja de funcionar y la persona se convierte en insulinodependiente ante la necesidad de equilibrar los niveles de azúcar". La Seguridad Social subvenciona el aparato pero "no nos los da. Pensamos que con excusas", apuntan. "Ni a nosotros -añaden- ni a muchos otros con el mismo problema. O mejor dicho, el Servicio Canario de la Salud (SCS) las da a cuentagotas".

En contacto con otros afectados de la isla, la razón que atisban es "la falta de personal especializado tanto en la Candelaria como en el HUC. Ahí está la clave. La formación es imprescindible, hasta seis meses al principio para profesionales y pacientes y luego otro período de adaptación". Aclaran: "Cada tres meses nos reunimos con los médicos y nos dan largas. Que si hace falta un escrito, que si lo tiene que pedir la niña...".

Aseguran que "hay críos, sobre todo de corta edad, con bomba de insulina. Ofrecen calidad de vida y tranquilidad". Ahora, "hace más o menos un año se ha perfeccionado con un sensor incorporado. Pero el que quiera el sistema completo tiene que pagarlo. Y no es barato", dicen.

Una crítica: "No son monstruos a esconder y no es de recibo que lo hagan en algunos centros a la hora de controlarse. En IES Alcalde Bernabé Rodríguez, donde está matriculada Ana, todo son facilidades. Hay un protocolo pero falta una labor formativa para superar estereotipos. No son distintos".

Concluyen así: "Ana se ha desmayado en la calle en Madrid y aquí. Pese al que en Canarias sobre el 15% de la población es diabética allí se pararon hasta 20 personas y todos sabían qué hacer. En Santa Cruz, la gente se alejó y solo otra chica diabética actuó. Queda un enorme camino para acabar con etiquetas y los prejuicios".