La Asamblea General de la ONU designó el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato de la Vejez. Una fecha instituida para que todo el mundo exprese su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunos de nuestros ancianos.

El maltrato a las personas mayores es un problema social a nivel mundial que afecta a la salud y los derechos humanos de millones de personas mayores en todo el mundo. Por eso ha merecido la atención de la comunidad internacional.

Así es. De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, se estima que afecta a entre el 5% y el 12% de las personas mayores de todo el mundo, motivo por el que es importante darle la visibilidad necesaria y la designación de un día mundial sobre esta problemática como manera de poner el foco en este problema sanitario y social.

Este tipo de violencia se puede definir como un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo que se produce en una relación basada en la confianza. Puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psicológico, sexual o emocional; el abuso de confianza en cuestiones económicas o materiales, el abandono, el menoscabo grave de dignidad o la falta de respeto. También puede ser el resultado de negligencia, sea esta intencionada o no.

Lo lamentable es que durante mucho tiempo se ha considerado que este grave problema social solo pertenece a la esfera de lo privado, convirtiéndolo en un tema tabú, subestimado y desatendido por las sociedades que se ocultaba a la vista del público. Sin embargo, cada día hay más indicios de que el maltrato es un importante problema a considerar.

La Sociedad Española de Geriatría denuncia que la mayoría de los casos de maltrato a los ancianos no se denuncian por miedo o por vergüenza, por lo que pasan desapercibidos, lo que convierte este problema en un fenómeno invisible, pero lo cierto es que estos casos se dan cada vez con más frecuencia. Esta falta de transparencia pone en riesgo la integridad física y psíquica de los mayores, ya que el 90% no denuncia porque no tienen ocasión de hacerlo. Por ello, es fundamental saber detectar a tiempo estos casos.

Se tiende a creer que los cuidadores ajenos a la familia son los principales maltratadores de los ancianos. Si bien esta situación persiste, es mucho más habitual que los miembros de la familia sean quienes cometen las violaciones físicas y emocionales hacia los mayores.

Efectivamente. Hay hijos que los insultan e intimidan, ridiculizan e infantilizan su comportamiento, o simplemente los abandonan en un asilo. Desgraciadamente, nadie se acordará de ellos cuando hayan muerto, pero los que hoy viven angustiados y humillados deben denunciar ante comisarías o juzgados las vejaciones que sufren.

Hace ya casi cuarenta años que se inició en España la emisión de una serie televisiva de dibujos animados que marcó una época. Su protagonista era una niña llamada Heidi, que se trasladó a los Alpes a vivir con su abuelo. El reputado compositor japonés Takeo Watanabe creó la canción principal de la serie: "Abuelito, dime tú, qué sonidos son los que oigo yo. Abuelito, dime tú por qué en la nube voy". Con la misma ingenuidad que Heidi, hay que exigir que el único sonido que se escuche no sea el de los desaprensivos y maltratadores. Y que el abuelito hable, si es que le dejan.

El derecho a proteger a los ancianos contra el maltrato y el abuso no es negociable. La mejora en la calidad de vida de nuestros mayores es un justo deber que nos obliga a todos.