Si el contraalmirante Nelson no hubiera caído ante el coraje del pueblo de Santa Cruz y el acertado mando del general Antonio Gutiérrez, probablemente hoy estaríamos celebrando el "brexit" o festejando la permanencia en la Europa más cuestionada de la historia. Sin embargo, aquellas milicias canarias que protagonizaron la gesta de julio de 1797 poco tienen que ver con las huestes de políticos antipatriotas que se arrinconan en el castillo de San Andrés, mientras su pueblo sufre las consecuencias de una gestión pública nociva y sin visos de mejora.

Los datos y las estadísticas negativas sacan de su refugio el cañón Tigre para disparar contra los más vulnerables y convertir el Archipiélago en una plaza asediada por los artilleros que dicen representarnos: es la gesta contra los tuyos, es confundir al adversario. Aunque los ataques no han conseguido tumbar la dignidad y el esfuerzo de los isleños, el desgaste de la batalla sí pasa factura porque los proyectiles llegan de todas partes. Un primer parte de guerra pone en evidencia la fragilidad de la base: Canarias adquiere el mérito de ser una de las comunidades autónomas en las que más cayó el gasto educativo no universitario durante la crisis, muy por encima de la media nacional, en el 14,8%.

Mientras el enemigo avanza en el Archipiélago hasta convertirse en la región con más paro de titulados superiores, las triquiñuelas electoralistas de algunos partidos confunden los solemnes objetivos de la clase política. No se trata del argumento populista de los más oportunistas, se trata de que cinco de cada cien hogares en las Islas están sin ingresos, y aquí no pasa nada. Además, para completar la lista de desaciertos, el 50% de los parados son de muy larga duración, con mecanismos de rentas mínimas de baja cobertura. Contra esta situación la solución es tan sencilla como grosera: una canción para la campaña, mítines con vino de la zona, chuletas y promesas que no se cumplen; besos en geriátricos y fotos recogiendo papas para simular el apoyo al sector primario.

Decía el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Gotemburgo y miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias, Bo Rothstein, que "el gran reto de los gobiernos en democracia consiste en ser capaces de cumplir las promesas, porque la democracia no es suficiente si no resuelve el nepotismo, la corrupción o el clientelismo".

Aquí, de esto sabemos un rato; sin embargo, hemos normalizado y asimilado las traiciones como algo cotidiano y natural. Hemos formado parte del problema, no de la solución.

@LuisfeblesC