Dos cuerpos suspendidos de una cuerda en el aire, a la que trepan, se agarran firmemente, en la que danzan y se cuelgan con movimientos rítmicos y recorren hasta bajar al suelo, donde también danzan, se arrastran y entrecruzan sus cuerpos, para volver a trepar y colgarse. Es una breve descripción de la naturaleza del espectáculo "Airenoar", que la compañía homónima interpretará hoy, domingo, a partir de las 21:00 horas, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín.

Esta propuesta escénica de la compañía gallega, que clausura la primera parte del Festival Internacional de las Artes en Movimiento (FAM) promovido por el Cabildo de Tenerife, que retomará las actuaciones el próximo 18 de septiembre, es un combinado de técnicas de danza, música, circo y gimnasia sobre la cuerda lisa, junto con música y voz, en la que intervienen María Move (voz y música) y Álvaro Reboredo Fitinho (cuerda lisa).

Este espectáculo, en el que está muy presente la danza vertical y tiene una duración de alrededor de una hora, "es un encuentro de disciplinas, de la cuerda lisa aérea y la música en directo en el que surge la búsqueda de esa unión a través de la danza. Es un juego de encuentros y desencuentros entre los dos personajes que estamos en escena y una danza entre los personajes y los elementos que hay en el escenario: cuerdas verticales y horizontales, y la persona y el cuerpo", apuntó María Move.

"Airenoar", resultado de la unión de la danza contemporánea y la fusión de disciplinas aéreas, es la personalización del esfuerzo físico que conlleva su interpretación. Representa la dualidad del ser humano a través de la poesía visual. "Es una expresión corporal bastante particular, porque sí que es un espectáculo muy poético. Realmente partimos de los haikus japoneses para crearlo y es muy pictórico. Es muy evocador, en el que la línea creativa la crea el propio espectador cuando se acerca a los personajes y a todas esas imágenes que van surgiendo en escena con el sonido, la luz y los cuerpos en movimiento por los elementos", matizó Move.

Esta pieza escénica, que habla del encuentro y el desencuentro entre los seres humanos, admite en ciertos momentos la improvisación, que le da frescura y vida propia al montaje.

"La improvisación juega un montón porque, realmente, cuando comenzamos a crear partimos de juegos alrededor de esos poemas japoneses, los haikus. La improvisación es parte del espectáculo, porque jugamos mucho alrededor de esas imágenes, esas escenas que surgieron. La improvisación es una parte presente que nos ayuda también a mantenerlo vivo y muy fresco. Hay muchas partes que son fijas, pero siempre estamos abiertos al juego y a la sorpresa, por eso en algunos momentos es importante la improvisación".

Otro aspecto muy importante de "Airenoar" es la música y la voz que intervienen en la obra, tarea de la que se encarga María Move, quien utiliza para ello "unas bases electrónicas que fueron compuestas para permitirnos jugar con el piano, el ukelele y la voz cantada. La música es parte principal del espectáculo, porque ambos se crearon a la vez. La música, que también surge de los haikus, se hace en directo en el propio escenario. Mi trabajo es componer y hacer música en directo durante el desarrollo de la obra. Mi juego es mezclar movimientos y sonidos que en algunos momentos es muy ambiental, en otros da la voz al movimiento y en otros momentos, muchas veces, es la emoción".

Dos personajes en el escenario, un hombre y una mujer, que no parten de una relación de pareja, comparten una paleta repleta de colores emocionales cuya interpretación es totalmente subjetiva. Airenoar deja en la mente del espectador la "lectura" de esas imágenes visuales que describen los actores en el aire y en la tierra.