La noticia del inminente inicio de la remodelación del quiosco de la plaza Weyler ha sido recibida con escepticismo y cierto rechazo por residentes en el entorno y habituales -del paseo o el descanso- en este espacio de 3.600 metros cuadrados culminado en 1893, según proyecto de Vicente Armiño, como tributo al militar Valeriano Weyler, capitán general de Canarias bajo cuyo mando se construyó el Palacio de Capitanía.

Para las fuentes, este "enclave de valor único y enorme encanto en Santa Cruz" supone un ejemplo "de mala conservación y necesita una rehabilitación integral y respetuosa con la historia".

El recorrido comienza por unas losetas, que apuntan, "están en muy mal estado. El pavimento necesita un urgente remozado. Están desgastadas y se han perdido elementos de piedra a recolocar. Es un lugar de mucho uso y constante paso que se va deteriorando. Su mantenimiento debería revisarse cada cierto tiempo".

La fuente central, de mármol blanco de Carrara y obra del artista Achille Canessa, se encargó a Génova, y se colocó en 1899. Aseguran los vecinos que "está mal. La suciedad destaca en la escultura, el agua brilla muchas veces por su ausencia y apenas hay luz".

Respecto al quiosco, proponen que "el ayuntamiento vele para que la nueva construcción no se salga de los cánones de finales del siglo XIX, cuando se construyó. Es decir un establecimiento integrado y adaptado en volumen y espacio al entorno histórico, arquitectónico, floral y cultural. Con un ambiente romántico". Añaden que "una posibilidad sería comprometer a quienes realizan allí una actividad económica a su correcto mantenimiento".

Según los habituales, "debe tratarse la plaza Weyler en su conjunto y esta remodelación del quiosco no parece ir en esta línea. Más bien poco tiene que ver con el encanto del rincón urbano. Hay que proteger lo bueno del pasado para poder avanzar".